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Rafael Ballesteros nació el 7 de octubre de 1938 en la calle Hinestrosa de Málaga, año y medio después de que la ciudad hubiera caído en poder de las tropas sublevadas contra la República en julio de 1936. Era el menor de cuatro hermanos en una familia de clase media y larga tradición pedagógica: su abuelo, sus tíos y su padre fueron maestros, aunque este, Francisco, trabajaba como funcionario en el Servicio del Catastro de Málaga. Rafael cursó Educación Primaria y Bachillerato en el cercano Colegio de San Agustín entre 1942 y 1955. El año siguiente hizo el primer curso de la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Granada como alumno libre, y a mediados del curso siguiente, en 1957, continuó como alumno oficial. Obtuvo la licenciatura en el curso 1960-1961.

            En 1965 viajó a Estados Unidos pues consiguió un puesto de profesor visitante de Literatura Española en la Universidad de Iowa, donde publicó sus primeros poemas. El curso 1966-1967 se trasladó a la Universidad de Bowling Green (Ohio). Allí le ofrecieron continuar los siguientes con un contrato estable. Sin embargo, decidió volver a España para no desarraigarse, implicado como se sentía en la necesidad de oponerse activamente a la dictadura de Franco y en la lucha por la libertad y la democracia.

            Durante el curso 1967-68 preparó oposiciones a catedra de Instituto, que aprobó en el verano de 1968. Obtuvo su primer destino en el Instituto Vicens Vives de Gerona, donde enseñó dos cursos; el de 1971-1972 lo pasó en el Instituto Sierra Bermeja de Málaga; y entre 1972 y 1975 ejerció en el Eugenio D’Ors de Badalona. Al inicio de ese periodo, en 1972 canaliza sus convicciones políticas y se afilia en Barcelona al clandestino Partido Socialista Obrero Español, que le encomienda el puesto de secretario de Organización de su federación catalana. El activismo político y la militancia era aún duramente perseguida en esos años del llamado tardofranquismo. Fue detenido en Barcelona como responsable del aparato de propaganda, y encarcelado en la Modelo unas semanas en diciembre de 1974, experiencia a la que se refiere su primera novela La imparcialidad del viento. Salió a finales de año en libertad provisional en espera de juicio, pero la muerte del dictador y la Ley de Amnistía de octubre de 1977 hicieron que nunca se celebrase.

            En 1976 obtuvo traslado al Instituto Cánovas del Castillo y se instaló definitivamente en Málaga, donde sería presidente y secretario general de la Ejecutiva Provincial del PSOE en diversos períodos. Fue responsable del Frente Cultural y miembro de la Ejecutiva Federal entre 1976 y 1979. Ha sido diputado por Málaga en el Parlamento desde la Legislatura Constituyente, 1977, hasta 1996, año del final del gobierno de Felipe González. Entre 1982 y 1996 fue presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso.

            Durante todo ese periodo de transición y consolidación de la democracia en España, y pese a la intensidad de su dedicación a la actividad política, Rafael Ballesteros no dejó de escribir una densa obra literaria, ni por supuesto después de su jubilación. En 2013 creó junto a Juan Ceyles, Francisco Martín Arán y Francisco Javier TorresEl Toro Celeste, proyecto cultural que incluye una editorial que viene publicando una revista electrónica de creación y crítica y varias colecciones de libros (www.eltoroceleste.com), así como la organización de actividades, presentaciones de libros, mesas redondas, conferencias, etc. Desde 2014 solo el poeta y pintor Juan Ceyles acompaña a Ballesteros en la gestión de El Toro Celeste.

Trayectoria poética.

            Considerada desde la perspectiva global del medio siglo transcurrido, más que por su segmentación en etapas o épocas diferenciadas, la trayectoria poética de Rafael Ballesteros debe caracterizarse como una continuidad en la que, con las lógicas variaciones y modulaciones internas, no siempre en progresión lineal, sino con retrocesos o atenuaciones de la dificultad del lenguaje poético, una misma voluntad creadora y un coherente universo temático guía su escritura según parámetros a los que es fiel desde de sus primeras tentativas: explicarse a sí mismo, indagando en la propia identidad, y las peripecias de la vida humana, siempre en tránsito, en permanente dialogo consigo y con los demás, desde una irrenunciable voluntad de estilo y una lengua poética propia, bajo la concepción de la poesía como un asunto no limitado a la esfera del conocimiento, del sentimiento o de las vivencias, sino intrínseco al ámbito de la experiencia del lenguaje.

            Tras la breve plaquette Desde dentro y desde fuera, publicada en 1966 durante su estancia docente en la Universidad de Iowa, Ballesteros se da a conocer en España en 1967 con el cuadernito Esta mano que alargo, incluido en la serie antológica Doce jóvenes poetas españoles editada por José Batlló y Amelia Romero en El Bardo. Este proyecto, como otros similares de esos años, pretendía acreditar el cambio producido en la poesía española a lo largo de esa década, con el agotamiento de la llamada poesía social y la eclosión de una nueva promoción poética mucho más proclive a la experimentación del lenguaje que a la reiteración de la denuncia de la dictadura franquista. En el caso de Ballesteros, sin embargo, seguía siendo evidente el peso de las circunstancias políticas y sociales de la España de la época, la voluntad testimonial de sus versos y la llamada a la solidaridad como camino en la lucha por la libertad. Esta mano que alargo consta de catorce sonetos sin rima en los que se aprecian ya algunos rasgos que serán constantes a lo largo de toda su obra, pese a lo mucho que esta evolucionaría: la gravitación consciente de la tradición literaria, aquí son apreciables las huellas de César Vallejo, Pablo Neruda, Miguel Hernández y Blas de Otero; el carácter discursivo y su expresión dialógica en el texto; y la creación de un léxico propio (“digestamos” por digerimos, por ejemplo) que busca transgredir el uso estándar de la lengua para lograr una significación poética intensificada.

            En alguna medida los sonetos de esas dos series iniciales pasaron a su primer libro, Las contracifras (1969), pero en el conjunto apreciamos diferencias sustanciales, empezando por una intencionalidad lúdica inédita que añade a las referencias literarias citadas, y a otras clásicas, la del vanguardismo postista y la figura de Gabino-Alejandro Carriedo, poeta por el que Ballesteros siempre confesó predilección. Las contracifras se sumaba a la corriente de subversión de los cánones poéticos tradicionales, patentes en esos años por ejemplo en la poesía experimental, concreta o visual, con la transgresión de las normas que rigen la estrofa más clásica de la tradición literaria, el soneto.

            Ballesteros altera conscientemente las pautas métricas establecidas, con versos de doce y trece sílabas; amplia el número clásico de catorce con estrambotes de pie quebrado de arte menor, y rompe los esquemas de la rima, bien eliminándola, bien usando rimas asonantes, rimando la misma palabra, usando rimas de cabo roto, o colocando en posición final pronombres, demostrativos o adverbios, etc. Además, se pueden rastrear también ejemplos de profunda perturbación de la lengua estándar propiciados por una intencionalidad irónica evidente, como estructuras morfosintácticas anómalas, juegos sintáctico-semánticos y conceptuales antitéticos que serán potenciados en sus libros siguientes. Con todo ello consigue Ballesteros el extrañamiento del lector, la sacudida que le permita incorporarse al ámbito del texto despojado de las rutinarias pautas de lectura.

            Su siguiente libro, Turpa (1972) es un salto cualitativo y cuantitativo en el camino de la diferenciación transgresora y la originalidad del universo creador de Rafael Ballesteros. Se trata de un extenso poema-libro, secuenciado formal y temáticamente en cuatro partes de progresión lineal, que relata el ataque de un personaje monstruoso con rasgos de pájaro a un yo narrador que asiste indefenso e inerme a su destrucción. El libro se enmarca en el contexto poético de su tiempo en que convivían diversas tendencias renovadoras, desde el culturalismo más o menos esteticista a la poesía visual, alineado en la herencia del surrealismo postista, pero sustituyendo su componente lúdico por la expresión desgarrada del trágico conflicto de la conciencia de la propia identidad en un mundo huérfano de asideros inmutables. El lector asiste crecientemente desasosegado a una historia de desarrollo narrativo racional pero que trasciende la racionalidad de la experiencia y penetra en un mundo de terror gratuito e inexplicable, cuya autenticidad es paradójicamente avalada por el autobiografismo del sujeto poético que acaba siendo destruido, lo que evidencia el carácter alegórico del libro; y lo hace a través de un lenguaje que potencia el extrañamiento mediante los mecanismos perturbadores del lenguaje estándar, ya apuntados respecto a Las contracifras.

            En 1983, tras diez años de silencio editorial, aparece Jacinto. Primera versión de la primera parte, a la que seguirían después, una segunda, tercera y cuartas partes entre 1997, 1998 y 2002. Jacinto supone, según la crítica, la máxima expresión de la personalidad poética de Rafael Ballesteros y la cima de su proceso de opacidad expresiva, y por tanto de su capacidad de transgresión lingüística. Se le suele denominar “autosacramental laico”, pues se sirve de esquemas formales propios del auto sacro barroco, aunque nada más alejado que esta obra de la ideología que daba origen a ese producto de la Contrarreforma. La suya es una moral laica, propia de un humanismo solidario pero materialista y exclusivamente terreno, y una ética cívica que no concede ninguna opción a creencias sobrenaturales, que no participa de la fe en una existencia ultraterrena. Una ideología en la que la divinidad no tiene cabida.

            La acción argumental de Jacinto remite enseguida al modelo del auto sacramental. Un joven, Jacinto, muere y en el “atrio inmenso” —identificación intencionada que se sitúa entre “cielo” e iglesia— espera su sentencia. Lo van a juzgar cuatro Sanedrines que le harán cuatro preguntas fundamentales, uno en cada parte: Don Rodrigo, Omar Khayyan, Rosa Luxemburgo y Fernando de Rojas. Ellos, en función de las contestaciones del joven darán su veredicto. Y El Mentor —Dios— dará la sentencia definitiva. Como añadidos laterales y paralelos a las preguntas y respuestas respectivas, intervienen el resto de los personajes. Jacinto por medio de sus respuestas y comentarios intentará, con persistencia y sutilezas intelectuales, subvertir el Orden que allí existe, sobre todo insistiendo en la inmoralidad de una sentencia de carácter definitivo e infinito, y retrasar en lo posible la formulación del veredicto y posterior sentencia. En la actualidad está en proceso de edición la versión “definitiva” de Jacinto, fruto de la refundición corregida de las cuatro partes.

            En 1984 se publica La cava como cuarto suplemento de la nueva etapa de la revista Litoral. Se trata de un conjunto de poemas dividido en dos secciones: Zoon-politikon, compuesta por doce textos, y Sobre todo, el alba, dedicado a la memoria del poeta José María Hinojosa, asesinado al inicio de la guerra civil, formada a su vez por tres secuencias. El primer poema y el último tienen carácter dialógico, lo que redunda en su coherencia estructural. Los textos intermedios muestran al sujeto poético como un peregrino en pos del conocimiento de su más íntima naturaleza, la cava de su identidad personal. En el plano estilístico se produce una atenuación del extrañamiento del lenguaje, lo que Balcells (1989) denomina un retorno “hacia el más acá del hermetismo” tras la “catarsis de barroquismo extremo de Jacinto” (Balcells, 1995a: 78).

            Similar proceso de depuración verbal se produce en su siguiente libro, Numeraria, publicado en 1986. Un nuevo poema libro, de intención unitaria que centra su temática en los números, su simbología y sus vínculos con el mundo exterior: el color, los animales, las plantas, las sensaciones y los objetos, desde la concepción de raíz pitagórica de que en los números se halla la clave de cuanto existe. Numeraria presenta una estructura muy meditada: doce partes, de las cuales las dos primeras son introductorias y las diez que forman el cuerpo del libro, dedicadas cada una a un número, del Uno al Cero. En estos casos, como en Turpa y Las contracifras, se reafirma la voluntad arquitectónica del poeta, que dota de unidad sus libros mediante una composición sistemática y equilibrada. Nada surge impremeditadamente en la poesía ballesteriana; sus libros no son poemarios construidos por adición de textos inconexos. La más consciente intencionalidad creadora les da forma.

            En Testamenta (1992) culmina el proceso deconstructivo de la extrema opacidad de Jacinto y la clarificación significativa del lenguaje que habría de permitir una comprensión más nítida de los contenidos poéticos. Testamenta reitera la estructura de Numeraria: dos textos a modo de prolegómenos, agrupados bajo el título “Antecedenta”, y los diez que forman el núcleo del libro, bajo el rótulo “Testamenta”. El primer poema prologal es un diálogo entre “El que alienta” y “El que está al otro lado”, lo que sitúa el contexto poético en el quicio entre la vida y la muerte, posición en que se sitúa para dictar este testamento existencial el sujeto poético, más que nunca identificado con el autor por la abundancia de referencias autobiográficas. Cada uno de los diez poemas se refiere a uno de los bienes a donar —en algunos casos de carácter material (la cama, la pluma, los anillos de plata, el pantalón), en otros orgánico (el pie, la tos, el esperma), y en otros vivencial (“Lo que nunca dije”, “Lo que no fue necesario negar”, “Lo negro que está detrás de mí”)— los testigos del acto testamentario, y también los que han de heredarlos, sus seres queridos, los hijos con quienes dialoga, etc. Como en los libros anteriores, en el plano lingüístico de este se funden los registros popular y culto de la lengua en un lenguaje transformado, para ofrecer un relato de la experiencia personal y la construcción de una identidad propia en el ámbito de la relación con los otros.

            Los dominios de la emoción (2003) está compuesto por cuatro partes, “Indagación” , “De los que llevan el relámpago” , “Sobre las limitaciones de los cuerpos” y “Del desánimo y las sombras” , que su autor caracterizaba así en una entrevista de ese año:

La primera se centra en la propia indagación. La segunda explora la relación amorosa y las relaciones humanas. La tercera creo que tiene una preocupación muy directa por temas políticos, y la otra parte del libro y de mi poesía en general trata de constatar la muerte de seres queridos, el no existir, hasta qué punto hay un dolor inexplicable, cómo ese vacío entra en tu vida, cómo aunque sea un vacío lo llenas de sentido (Ballesteros, 2003).

Juan José Lanz (2015), por su parte, concluye que este libro puede entenderse como una “cartografía sentimental”, configurada mediante un proceso dialéctico y dialógico formado por la tensión entre discursos diferentes que ayudan a sintetizar una intimidad compartida entre el yo y los otros, en los que el sujeto poético se refleja y en relación con los cuales cuestiona la evidencia de su identidad íntima y esencial, nunca unívoca, sino poliédrica, nunca estática, en transformación continua. Lanz destaca que el proceso indagatorio que fundamenta todo el libro, en el que se integran la reflexión y la meditación de textos intermedios en prosa poética como De los poderosos y Fernando de Rojas acostado sobre su propia mano (1999 y 2002), se realiza plenamente en el lenguaje, auténtica dimensión de la cordialidad ballesteriana, con una radicalidad menor que en entregas anteriores; y que en esa definición del sujeto como discurso el lenguaje poético adopta rasgos característicos de la narratividad, como el diálogo, la descripción, la exposición, etc., lo que aporta novedad a su trayectoria de dicción poética: “discurso poético integrador de las distintas voces que habitan la escritura ballesteriana y avanzan el modelo que va a conformarse en Nadando por el fuego” (Lanz, 2015: 75).

Nadando por el fuego (2012) consta de treinta y nueve poemas que forman un conjunto cerrado con un universo significativo y formal homogéneo. Bien puede afirmarse que este último libro poético hasta el momento puede entenderse como un corolario perfectamente coherente de los que le han precedido a lo largo de medio siglo, pero no por reiteración, sino por actualización de temas y formas. Así lo interpreta Juan José Lanz (2015), como resumen y decantación, síntesis del universo poético ballesteriano, a medio camino entre la mirada elegíaca que se alcanza en la vejez y el fulgor de la utopía colectiva, entre el desencanto de la experiencia y el compromiso del humanismo solidario con la realidad de los seres humanos víctimas de la injusticia social.

            Desde el punto de vista del lenguaje poético, los recursos expresivos mantienen la tipología ballesteriana ya conocida: la escenografía dialogada que ofrece espacio para la confluencia de discursos, aquí el del yo poético y el de su doble, la presencia de estructuras sintagmáticas paralelísticas, la creación de léxico propio a partir de la deturpación de las categorías gramaticales y semánticas de la lengua estándar, el gusto por los arcaísmos u localismos, etc. El carácter reflexivo meditativo del libro no se cierne sobre cuestiones de índole filosófica, sino que —fiel producto de su tiempo— afloran en el decurso poético asuntos de la actualidad pública del momento de su escritura: la primera década del siglo XXI. Esa es la clave de una dimensión histórica innegable sobre la que Ballesteros aplica una inequívoca voluntad de denuncia y crítica de la sociedad española. Y por eso de estos poemas se eleva poderosa la reivindicación de un discurso laico y de un humanismo solidario comprometido, de la que Ballesteros no ha abdicado, pese a las amarguras de la acción política, siempre vulnerable a la traición, que es igualmente denunciada en el libro. Balcells destaca que este libro y el anterior “reflejan, desde la tensión lírica y dialógica consustanciales del autor, el equilibrio entre la sustancia biográfica, las reflexiones participadas y la exigencia literaria rigurosa”. (2016: IV).

            Cuando estas líneas se redactan está en prensa un volumen con el título Jardín de poco, que contendrá tres libros de poemas inéditos escritos por Rafael Ballesteros desde 2010: Contramesura, Almendro y caliza, Jardín de poco. lo que da muestra de la fecundidad de su trabajo literario, que habría que completar con su narrativa y su teatro, que quedan fuera de estas páginas por el carácter exclusivamente poético de esta base de datos.

Bibliografía

Obras poéticas de Rafael Ballesteros.

Libros

1969. Las contracifras. Barcelona: El Bardo.

1972. Turpa. Carboneras de Guadazaón: El toro de barro.

1983. Jacinto (Primera versión de la Primera Parte). Murcia: Godoy. Prólogo de Alfonso Guerra.

1984. La cava. Torremolinos: Litoral.

1985. Séptimas de Ammán. Málaga: Librería Anticuaria El Guadalhorce.

1986. Numeraria. Málaga: Diputación de Málaga.

1987. De Crísides a Jacinto (Epístola). Málaga: Librería Anticuaria El Guadalhorce.

1988. El pie. Málaga: Rafael Pérez Estrada.

1992. Testamenta. Madrid: Visor.

1995. Poesía (1969-1989). Málaga: Ayuntamiento de Málaga. Introducción de    José M.ª Balcells.

1997. Jacinto (Primera versión de la 2.ª parte). Huelva: Diputación Provincial de Huelva.

1998. Jacinto (Primera versión de la III parte). Granada. Diputación Provincial de Granada.

2002. Jacinto (Primera versión de la IV y última parte). Sevilla: Alfar.

2003. Los dominios de la emoción. Valencia: Pre-textos.

2012. Nadando por el fuego. La Bastide (Francia). Edición bilingüe no venal.     Traducción de Lucien Castelá.

2013. Contramansedumbre (Fernando de Rojas y el inquisidor. Poema para representar). Benalmádena. E.D.A.

2015. Poesía (1990-2010). Málaga. El toro celeste. Edición y estudio de Juan José Lanz.

En prensa. Jardín de poco (Contramesura, Almendro y caliza, Jardín de poco)

Plaquettes.

1966. Desde dentro y desde fuera. Iowa City: Corn Cob Press.

1967. Esta mano que alargo. Doce jóvenes poetas españoles. Barcelona: El Bardo.

1983. Del mundo, la mar. Málaga: Colección Jarazmín.

1984. El humo con la espuma. Málaga: Torre de las palomas.

1987. De Morte (De Crísides a Jacinto. Epístola). Málaga: Papeles de poesía.

1999. Fernando de Rojas acostado sobre su propia mano. Málaga: Rafael Inglada.

1999. De los poderosos. Málaga: Rafael Inglada.

2002. Fernando de Rojas acostado sobre su propia mano II. Málaga: Rafael Inglada.

Narrativa.

2003. La imparcialidad del viento. Málaga: Veramar.

2005. Huerto místico. Málaga: Centro Cultural Generación del 27.

2005. Amor de mar (Novela corta). Sevilla: Renacimiento.

2006. Cuentos americanos. Málaga: Ateneo de Málaga.

2006. Los últimos días de Thomas de Quincey. Barcelona: DVD.

2009. La muerte tiene la cara azul. Sevilla. RD Editores. Contiene las novelas El peligro de la libertad, Rencor de hiena, Verás el sol, La imparcialidad del viento y Miss Damiani.

Estudios sobre su obra.

Alcalá Malavé, Ángel (2016). “Rafael Ballesteros rompe el lenguaje para hallar sentido a la realidad”. Poéticas y pronunciamientos. Málaga: El Toro Celeste 107-147.

Balcells, José María (1984). “Jacinto, de Rafael Ballesteros, o la deturpación del auto sacramental”. Hora de poesía, 31. Barcelona. 1984.

—   (1985). “La gran máscara del mundo. Lectura del poema Jacinto”. Cuadernos Hispanoamericanos, 419: 147-153.

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—   (1987). “La poética marginal de Rafael Ballesteros”. Zarza Rosa. 8: 35-44.

—   (1987). “El sistema numérico de Rafael Ballesteros”. Ínsula, 488-489: 27.

—   (1989). “Rafael Ballesteros, hacia más acá del hermetismo”. Las nuevas letras. 9: 99-100.

—   (1991). “La escritura marginal de Rafael Ballesteros”. Caligrama. Anexo 3: 131-153.

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Información adicional

  • Universidad UNED
  • Investigador Julio Neira
  • Publicación Sábado, 02 Marzo 2019

Rafael de Cózar (Tetuán, 1951 – Bormujos, Sevilla, 2014) fue catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla, afamado estudioso de las vanguardias, crítico, artista poliédrico, narrador, poeta y poeta visual. El escritor fue además Presidente de la Sección Andaluza de la Asociación Colegial de Escritores de España entre 1982 y 2002, miembro asesor del Centro Andaluz de las Letras desde su fundación y hasta el final de su vida, Director Literario de la editorial El Carro de la Nieve, y colaboró con distintos medios de prensa, entre ellos, ABC, El País, Diario 16 y Canal Sur.

Con tan solo siete años se acercó a la pintura, luego a la literatura desde los catorce, a la escritura a los dieciocho y, desde 1970, se dedicó a fundir las dos vertientes en la poesía visual y ésta con otros artes, sin nunca restarle importancia a la poesía discursiva en su sentido tradicional: en sus creaciones, ésta se integra con la dimensión plástica sin desnaturalizarla.

Desde los once años, Cózar pasó su adolescencia en Cádiz, donde estudió los primeros cursos de la carrera de Filología, luego terminada en la Universidad de Sevilla a la que pasó en 1969. En Cádiz y en 1971, fue miembro fundador del grupo literario Marejada, junto a Jesús Fernández Palacios, José Ramón Ripoll, Francisco Crespo, Fernando Samaniego, Emilio Martínez y José Ramón Casáis, e integrante de la comisión que estos jóvenes constituyeron para organizar la publicación del número único de la revista homónima, que vio la luz en 1973. Desde 1972 se instaló definitivamente en Sevilla, donde más tarde ocupó la plaza de ayudante en el Departamento de Literatura Española en el que trabajó hasta tres años antes de su fallecimiento. En Sevilla, participó en el proyecto editorial de la efímera revista Calle del Aire (1977-1978), junto con Fernando Ortiz y Abelardo Linares, que colaboraron en la redacción del primer número –y único de la primera época– de 1977. Ya desde finales del mismo año, Cózar se alejó de la revista, por su distinta forma de concebir la creación poética: era un defensor a ultranza del experimentalismo, mientras que sus compañeros estaban a favor de una poesía moderna que recuperara la tradición y rechazara las vanguardias.

Su trayectoria poética empezó con los poemas caligrafiados o decorados de Sinfonía n. 1 en negro de Cózar (ma non troppo) (1980), obra imposible de encontrar por estar publicada en edición no venal. Sus composiciones ya adelantan la centralidad del amor, de la soledad, de la noche, de la original simbología de los elementos naturales, de las imágenes sorprendentes, plásticas, cromáticas y siempre sensoriales, con unas puntuales incursiones metapoéticas que vuelven a lo largo de la trayectoria creativa de nuestro autor.

La siguiente entrega, Entre Chinatown y Riverside: los ángeles guardianes (1987), se incluyó luego en Poemas. Ojos de uva (1988) como primera sección del libro, donde la segunda y la tercera son, respectivamente, “Últimas páginas de una historia: Ojos de uva (1984-1986)” y “Epílogo”. Se trata de poemas escritos entre 1980 y 1988 que, en su conjunto, dan cuenta de una historia de amor que trae la inspiración de una experiencia y de una persona reales, aunque reelaboradas artísticamente: como aclara Cózar en la teoría poética expuesta en el prólogo, la escritura en verso no es un enfrentamiento con la realidad, sino con el lenguaje, en una evidente herencia de Poe, de Baudelaire, de Mallarmé y de Bécquer. El primer apartando de “Entre Chinatown y Riverside: los ángeles guardianes”, redactado durante la estancia del autor en la Internacional House, se desarrolla en el escenario de Nueva York y es un poema epistolar que consta de trece fragmentos, donde la emoción se percibe desde la inmediatez del presente. A continuación, “Últimas páginas de una historia: Ojos de uva (1984-1986)” se aleja cronológicamente de la relación para revivir el pasado en la memoria, desde la aceptación del final del amor, aunque idealizándolo. “Epílogo” cierra el poemario con otras inquietudes y otras musas que contribuyen en borrar la sombra de la amada del comienzo, con una mirada hacia el futuro como esperanza de nuevos encuentros.

Tras la publicación de las dos plaquettes Rafael de Cózar. Antología poética (1995) y Poemas (1998), una amplia selección de las creaciones poéticas de Cózar hasta 2004 se recogieron en la antología Con-cierto Visual Sentido (Poemas 1968-2004) (2006), donde algunas de las composiciones tradicionales en verso tienen una nota a pié de página que hace referencia a la respectiva creación visual de la sección final de poemas decorados, caligramas, poemas visuales y poemas ilustrados.

Dos años más tarde ve la luz Piel iluminada (2008), una antología de veintitrés poemas visuales publicados e inéditos, con la trascripción de los versos en las páginas pares y las composiciones visuales que los acogen en las impares; según se lee en la nota de Cózar a la edición, son composiciones de los años setenta. Las creaciones aquí recogidas marcan la centralidad del deseo, de la plenitud de la experiencia amorosa y del cuerpo, presencia constante que se vuelve casi obsesiva tanto en las palabras como en las imágenes. El libro incluye además tres homenajes poéticos, a Gustavo Adolfo Bécquer, a José Hierro y a Antonio Machado.

Los huecos de la memoria (2011), libro elaborado entre 1977 y 1980, se compone de dos partes: una de poemas a su vez dividida en dos apartados, “La copa de los ecos” y “Sombras de tus ecos”, –ambos cerrados por un dibujo en blanco y negro del mismo Cózar– y una final de poesía visual. Los versos proponen un recorrido desde el abandono hasta la esperanza, desde la nostalgia y la no aceptación hasta la resignación y el recuerdo, etapas a las que remiten las dos secciones: “La copa de los ecos” recoge las composiciones que aún conservan los restos de un amor recientemente perdido y “Sombras de tus ecos” reúne las que miran desde la memoria y desde el vacío de la soledad. No faltan el vitalismo, el ingenio y el humor, aunque prevalece la tristeza por el amor perdido inspirado en una persona real.

El extenso poema de setecientos versos del último libro, Cronopoética (2013), subtitulado “Balance provisional”, es acompañado por unos dibujos en blanco y negro del autor y propone un recorrido biográfico que abarca tanto lo personal, con referencias a las influencias literarias, a los viajes, a las experiencias amorosas, como la época en que vivió desde su juventud y hasta 2001, con alusiones a políticos, al cine, a la música, a la moda y a hechos históricos. Se trata entonces de la narración en verso del viaje de la vida, en el que el hombre maduro observa el pasado y lo devuelve en un tono a veces desenfadado, otras irónico, otras nostálgico, y siempre mezclando la experiencia y la reflexión.

Finalmente, en 2015 salió Ojos de uva, una reedición póstuma del libro de 1988 por deseo Natalia Turrión, la viuda de Cózar, con edición a cargo de Pisco Lira y Manuel García; en esta nueva versión se añadieron tres caligramas y cinco fotografías.

Frente a la coherencia temática que remarca la centralidad del amor, del erotismo, del paso del tiempo, de la evocación del pasado desde el recuerdo, la nostalgia y el ensueño, en la trayectoria poética de Cózar se detecta una evolución del lenguaje desde una mayor hermetismo –aunque nunca excesivo– en los setenta, debido a una mayor influencia de las vanguardias, hasta una escritura más transparente, aunque siempre audaz. Pese a su predilección por el verso libre, el cuidado de los elementos rítmicos y métricos produce una musicalidad interna en cada poema, desde los más cortos hasta los más extensos.

La tradición y la experimentación se compaginan en todo momento, en una teoría poética que se inspira en Bécquer y en su concepción del amor como recuerdo reelaborado por la imaginación, distanciado del momento en que surge la emoción. Este planteamiento toma forma en composiciones en las que se perciben los ecos de grandes maestros de la poesía española y europea, las imágenes cargadas de misterios sorprenden al lector, las metáforas literarias usuales aparecen al lado de las insólitas, las palabras devuelven lo plástico y lo cromático que en muchos casos se concreta en las creaciones visuales, en una poesía para ver y leer al mismo tiempo. La influencia del Surrealismo se complementa con la del Postismo en los versos y con el legado del Expresionismo en las composiciones verbovisuales de Cózar donde, a diferencia de la mayoría de los autores de este género mixto que conceden cada vez más espacio a lo figurativo, las dos vertientes se complementan mutuamente, pero podrían leerse de forma independiente: es una relación de convivencia que, según Cózar, se inspira en el emblema de los siglos XVI y XVII, y que en mi opinión debe mucho a la herencia del caligrama.

El resultado de la peculiar concepción poética de Cózar es una poesía que Manuel Ramos Ortega, en la introducción a la antología Con-cierto Visual Sentido (Poemas 1968-2004), describe como “fuerte, impactante, cálida, irónica y tierna a la vez”, poniendo de relieve el rigor de las imágenes, la sinceridad, el vitalismo, la proyección autobiográfica y la importancia de la intimidad.

Con referencia a la prosa, Cózar es autor de las novelas El motín de la residencia (1978) y El corazón de los trapos (1997), que mereció el Premio Mario Vargas Llosa en 1996; además, algunos de sus relatos se hallan recogidos en Bocetos de los sueños (2001). Como buen defensor de la transgresión de las fronteras entre los géneros –no sólo entre las artes–, que consideraba como convenciones sociales que además evolucionan con el tiempo, tanto en la narrativa como en la poesía, Cózar reiteraba el mismo tema casi de forma obsesiva: el amor hacia la mujer, que aparece en sus creaciones como plenitud, pero sobre todo como fracaso, como pérdida y soledad. Tanto es así, que la novela El corazón de los trapos comparte con los poemas de Los huecos de la memoria la misma historia sentimental y los personajes reales de los que traen la inspiración. En ambos géneros, otra firme presencia es la del tiempo, que marca el paso de los días hacia el inevitable final y hace que el recuerdo se vuelva protagonista.

La experimentación poética fue objeto no sólo de la obra creativa de Cózar, sino también de sus estudios teóricos, hoy referencias imprescindibles para los especialistas: tras su memoria de fin de carrera sobre el Postismo y Carlos Edmundo de Ory, que en 1978 conllevó la edición de Metanoia de Ory para Cátedra, escribió su tesis doctoral Fundamentos históricos de la experimentación poética española (1984), dirigida por Francisco López Estrada. El extenso ensayo ganó el Premio Ciudad de Sevilla para Tesis doctorales en 1986, y unos años después se publicó con el título de Poesía e imagen. Poesía visual y otras formas literarias desde el siglo IV a. C. hasta el siglo XX (1991). Cózar también es autor de la monografía Vanguardia o tradición (2005). Como muchos de sus artículos científicos, estos trabajos subrayan la vigencia de la vanguardia y su constante presencia en la historia de la literatura. Como investigador, trabajó además sobre autores y movimientos literarios del siglo XX, como Antonio Machado, Ramón del Valle Inclán, los poetas de la Generación del 27, la literatura andaluza y de la posguerra.

Muy amigo de Arturo Pérez Reverte, Cózar hasta se volvió personaje de la serie del Capitán Alatriste, y concretamente de El caballero del jubón amarillo (2003). Como su yo lírico, en la realidad también era un hombre vital, alegre, irónico, surrealista, expansivo y generoso de ánimo. La noche del 12 de diciembre de 2014, en su casa de Bormujos en la provincia de Sevilla, un incendio puso fin a su vida y se llevó gran parte de su notable biblioteca.

Libros de Rafael de Cózar

Poesía

Cózar, Rafael de (1980). Sinfonía n. 1 en negro de Cózar (ma non troppo), Sevilla. [ed. no venal].

______ (1987). Entre Chinatown y Riverside: los ángeles guardianes, Nueva York, Lautaro. [Nueva ed. aumentada: 2004. Sevilla, Lautaro].

______ (1988). Poemas. Ojos de uva, Sevilla, Lautaro. [Nueva ed. aumentada: 2015. Ojos de uva, Sevilla, Point de lunettes].

______ (1995). Rafael de Cózar. Antología poética, San Roque (Cádiz), Ayuntamiento/Universidad de Cádiz, col. Aula de Literatura “José Cadalso”. [Plaquette].

______ (1998). Poemas, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears. [Plaquette].

______ (2006). Con-cierto Visual Sentido (Poemas 1968-2004), Sevilla, RD Ediciones. [Antología].

______ (2008). Piel iluminada, Sevilla, Fundación Aparejadores. [Antología de poemas visuales].

______ (2010). Rafael de Cózar, Boek861 (ed.), n. de la revista Boek Visual, <https://issuu.com/boek861/docs/rafael_de_c_zar> (consultado 25.11.2018). [Antología de poemas visuales].

______ (2011). Los huecos de la memoria, Sevilla, Ediciones en Huida, col. Crepusculario.

______ (2013). Cronopoética, Sevilla, Guadalturia.

Narrativa

Cózar, Rafael de (1978). El motín de la residencia, Sevilla, Padilla.

______ (1997). El Corazón de los trapos, Madrid, Libertarias Prodhufi.

______ (2001). Bocetos de los sueños, Cádiz, Col. Calembé.

Ensayos

Cózar, Rafael de (1984). Fundamentos históricos de la experimentación poética española, tesis doctoral, Sevilla, Universidad de Sevilla, <http://fondosdigitales.us.es/tesis/tesis/223/fundamentos-historicos-de-la-experimentacion-poetica-espanola/> (consultado 11.11.2018).

______ (1991). Poesía e imagen. Poesía visual y otras formas literarias desde el siglo IV a. C. hasta el siglo XX, Sevilla, El Carro de la Nieve.

______ (2005). Vanguardia o tradición, Sevilla, Mergablum.

Principales ediciones de la obra de otros

Ory, Carlos Edmundo de (1978). Metanoia, ed. de Rafael de Cózar, Madrid, Cátedra. [2da edición: 1990, por la misma editorial].

Moreno Villa, José (2012). Poemas, ed. de Rafael de Cózar, Sevilla, Junta de Andalucía.

Leiva, Ángel (1933).Regreso al sur. Antología poética, ed. de Rafael de Cózar, Sevilla, Lautaro.

Montesinos, Rafael (1995). Antología Poética 1944-1995, ed. de Rafael de Cózar, Sevilla, Diputación.

Ediciones de antologías colectivas

Cózar, Rafael de (ed.) (1977). Nueva poesía Sevilla, Madrid, Zero ZYX.

______ (1981). Narradores Andaluces, Madrid, Legasa Literaria.

______ (1985). Cuerda andaluza de pícaros, murcios y embaucadores (antología), Granada, Editoriales Andaluzas Unidas S.A., col. Biblioteca de cultura andaluza.

______ (1988). Relatos amorosos de hoy (Antología), Sevilla, El Carro de la Nieve.

______ (1988). Antología de poesía erótica actual. Polvo serán…, Sevilla, El Carro de la Nieve.

______ (2002). Poetas en Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento/Distrito Casco antiguo, col Alameda.

Ediciones de actas de congresos

Cózar, Rafael de (ed.) (1998). Panorama del 27: diversidad creadora de una generación: Sevilla 1927-1997, Sevilla, Fundacion el Monte/Universidad de Sevilla.

Bibliografía crítica sobre Rafael de Cózar

Díaz Rosales, Raúl (2014). “Cuestionario” [entrevista escrita a Rafael de Cózar], Tintas. Quaderni di letterature iberiche e iberoamericane, Experimental, monográfico dedicado a la poesía visual, ed. de Raúl Díaz Rosales, n. extraordinario, t. II Creaciones, pp. 129-132, <https://riviste.unimi.it/index.php/tintas/issue/view/517> (consultado 10.11.2018).

Gutiérrez Llama, José (ed.) (enero-febrero 2015). En memoria Rafael de Cózar (1951-2014), número monográfico de la revista literaria Ensentidofigurado, año 8, n. 2, pp. 5-45. [incluye una entrevista y textos sobre Rafael de Cózar de: José Gutiérrez Llama, Emilia Oliva y Ana Isabel Alvea Sánchez].

Iglesias Blandón, José (221/11/2012), “Entrevista a Rafael de Cózar. La distancia es un buen espejo critico que salva sólo a los supervivientes”, Andalucía Crítica, s. p., <http://joseiglesiasblandon.com/en%20medios/dejoseiglesiasblandon/entrevistarafaeldecozar.html> (consultado el 10.12.2018).

Moreno Ayora, Antonio (17/01/2015), “La original maestría de Rafael de Cózar”, Diario Córdoba, s. p., <https://www.diariocordoba.com/noticias/cuadernos-del-sur/original-maestria-rafael-cozar_933077.html> (consultado 25.11.2018).

Ramos Ortega, Manuel (1989), “Rafael de Cózar: Ojos de uva”, Ínsula, n. 516, pp. 23-24.

Bergamo (Italia), enero de 2019

Información adicional

  • Universidad Studi di Bergamo
  • Investigador Marina Bianchi
  • Publicación Sábado, 02 Marzo 2019

El granadino Rafael Guillén forma parte del grupo poético de los 50 por varias razones historiográficas. En primer lugar, su fecha de nacimiento en Granada en 1933 lo integra de pleno en la llamada generación de “los niños de la guerra”. De hecho, en mayo de 1937 la familia —ya sin el padre, fallecido el 20 de noviembre de 1935— se traslada a La Zubia, municipio de la provincia granadina, como escapatoria al devenir y los bombardeos de la Guerra Civil. En segundo lugar, su sociabilidad literaria inicial remite al grupo granadino “Versos al aire libre”, que está integrado por José G. Ladrón de Guevara, Elena Martín Vivaldi, Julio Alfredo Egea, José Carlos Gallardo, Juan Gutiérrez Padial y Miguel Ruiz del Castillo, entre otros, y cuyo bautizo público tiene lugar con una lectura poética colectiva el 21 de marzo de 1953 en la Casa de América de Granada. En tercer lugar, el poeta está en las bambalinas de la puesta en marcha de la colección “Veleta al Sur”, ya que justamente se inaugura en 1957 con una Antología de la actual poesía granadina preparada por José G. Ladrón de Guevara y por el mismo Guillén en la que quedan incluidos Julio Alfredo Egea, José Carlos Gallardo, José G. Ladrón de Guevara, Rafael Guillén, Juan Gutiérrez Padial, Elena Martín Vivaldi y Miguel Ruiz del Castillo. En cuarto y último lugar, sus dos primeros poemarios se ubican en la década del cincuenta. Escribe su primer libro entre 1953 y 1955 y lo publica en 1956 en la colección “La Nube y el Ciprés” de Granada bajo el título de Antes de la esperanza (rótulo recomendado por Blas de Otero frente al primitivo Involuntaria primavera). Su segundo poemario, Pronuncio amor, lo concibe entre 1956 y 1957 y lo publica en 1960 en la colección “Alcaraván” de Arcos de la Frontera donde se editan libros significativos de los componentes del grupo de los 50. En fin, estos y otros datos biográficos y bibliográficos y un buen cúmulo de actividades artísticas y poéticas en la Granada del medio siglo han llevado a los críticos que han abordado su obra o han estudiado a los escritores de la época a alistarlo en la nómina de los poetas del 50.

Tanto al cotejar las declaraciones programáticas del escritor como al leer su propia creación se sacan en claro algunas ideas que definen su concepción poética. Frente a la estética realista más crítica del medio siglo que aspira a un paradigma de poesía comunicativa (e incluso propagandística), Guillén entiende que la creación es un proceso de conocimiento de la intimidad, la realidad externa y aquello que pudiera estar más allá de la realidad. De hecho, ya en 1957, en una nota que antecede a los poemas que aporta a la Antología de la actual poesía granadina asume que la poesía “nace del conocimiento y del asombro”. Ese posicionamiento inicial explica las señas de identidad de sus poemas de entonces, algunas de las cuales han pervivido hasta la actualidad: el tono reflexivo y meditativo, el antirretoricismo, el cuidado expresivo y formal, y la recurrencia temática a las experiencias personales, el flujo del tiempo, Dios y la propia escritura.

En toda su trayectoria Guillén ostenta una plena conciencia del valor lingüístico del poema. Al igual que los poetas que se dan a conocer en los años sesenta se decantan por la elaboración del lenguaje poético, el granadino prefiere el cultivo de un verso que se distancie del testimonialismo realista y apuesta por la necesidad de trabajar y trabajar la palabra para que supere su sentido denotativo y alcance nueva significación emocional, simbólica y metafísica. Es decir, frente a la búsqueda de la palabra exacta y concreta que responde a un propósito objetivista y radiográfico, frente a la pretensión de un léxico de acepciones limitadas que tiene un afán descriptivo y testimonialista, Guillén propone un tipo de poesía que remite al Antonio Machado defensor de la imagen para captar la intuición.

            Aunque todo intento de clasificación de una trayectoria poética contiene imprecisiones y salvedades, sin embargo pudiera decirse que la de Guillén se ciñe a dos grandes bloques cronológicos teniendo en cuenta el año de las publicaciones de sus libros: el que llega hasta 1970 con Los vientos y el que arranca en 1971 con Límites.

            En la primera etapa se constata un primer ciclo bastante heterogéneo en el que tienen cabida Antes de la esperanza (1956), Pronuncio amor (1960), Cancionero-guía para andar por el aire de Granada (1962), Hombre en paz (1966), Amor, acaso nada (1968) y Los vientos (1970), como poemarios mayores, y también los cuatro sonetos de Río de Dios (1957) y los poemas extensos Apuntes de la corrida (1959) y Elegía (1961).

            El inaugural Antes de la esperanza conforma un poemario de herencia existencial y metafísica en el que prevalecen los poemas rehumanizados e intimistas de invocación a Dios y temas como el silencio divino, la presencia de la muerte y la naturaleza del ser humano. Con Pronuncio amor se apresta a una poesía amorosa, que se completa con Amor, acaso nada y con Los vientos, que se incardina en la tradición que procede de los cancioneros medievales y que tiene como motivos centrales la búsqueda de la amada, la espera del amado y la concepción de un amor a veces sensual y a veces intelectualizado. Cancionero-guía para andar por el aire de Granada resulta diferente, pues está en metros de arte menor y tiene como objeto el recuerdo y la descripción de los paisajes, los tópicos, las tradiciones, los misterios, las bellezas urbanas de Granada. Con Hombre en paz vuelve al intimismo como bien reflejan los cuatro apartados en que queda dividido: La casa iluminada, Poema del abuelo, Canto a la esposa y Poema para el hijo recién nacido.

            En esa misma primera etapa hay un segundo ciclo en el que sobresalen el contenido cívico, rehumanizado y comprometido, y un lenguaje más directo y claro, menos retórico. Es el llamado “ciclo de los gestos”, que queda compuesto por El gesto (1964); Tercer gesto (1967), Premio Leopoldo Panero 1966; Gesto segundo (1968), Premio Boscán 1968 y Premio Guipúzcoa 1968. También cabe incluir aquí Vasto poema de la resistencia (no publicado hasta 1981, pero escrito en 1969). La nota de la solapa de la edición de Gesto segundo informa de la intención del poeta: “Las relaciones Hombre-Dios, Hombre-Hombre y Hombre-consigo mismo (problemática metafísica, social e intimista) son, respectivamente, las líneas básicas argumentales de cada uno de los Gestos”. Es decir, estamos ante unos poemas sobre el ser humano a partir de una reflexión sobre cuestiones como la solidaridad, la amistad, el pasado, la infancia, el destino, la vida cotidiana, el sufrimiento, la necesidad de Dios, la pobreza, la violencia, la soledad, etc.

            La segunda etapa se abre al inicio de los años setenta y contiene un ciclo formado por Límites (1971), Los estados transparentes (1994), Las edades del frío (2004) y Los dominios del cóndor (2007), libros recogidos en El otro lado de la niebla. Trilogía y coda (2013). Se trata sin duda del proyecto creativo más maduro y original de Guillén y el que lo diferencia de veras de otros escritores. En resumen, consiste en una profunda reflexión con una base literaria y poética sobre cuestiones relacionadas con la ciencia, la física, la cosmología y el origen del mundo. Cada uno de estos cuatro libros tiene como eje central la consideración sobre el tiempo, la materia, el movimiento y el espacio, respectivamente, aunque todos estos puntos se tratan en todos los libros de un modo u otro. El objetivo apunta a “una comprensión unitaria ―conceptual y física― del universo”, en palabras del autor (El otro lado de la niebla, pág. 395). En última instancia, estos libros nacen de una necesidad del poeta de aunar las letras y las ciencias y de llevar a la poesía nociones vinculadas a la física cuántica, la teoría de la relatividad de Einstein, el principio de incertidumbre de Heisenberg, la teoría de los universos paralelos, la concepción unitaria del tiempo, la cosmología, el origen del mundo, la trascendencia de la materia, etc.

            Este ambicioso proyecto no debe ocultar la publicación de otros estimables poemarios y sueltos en la segunda etapa del autor. Sobresalen Moheda (1979) —un libro con referencias culturalistas y claves andaluzas—, Mis amados odres viejos (1987) —donde el autor practica y rinde tributo a los metros medievales: ovillejos, madrigales, endechas, seguidillas—, El manantial. Homenajes (1965-1996) (1996) —en el que agrupa poemas inspirados y dedicados a sus maestros y escritores de cabecera—, Variaciones temporales (2001) —que se abre con una cita de Antonio Machado: “Hoy es siempre todavía”, y que supone, una vez más en su obra, una reflexión sobre el tiempo— y Balada en tres tiempos para saxofón y frases coloquiales (2014) —un extraordinario conjunto de poemas sobre la vida, el amor y el tiempo.

Bibliografía de Rafael Guillén

Guillén, Rafael (1956). Antes de la esperanza. Granada: Col. “La nube y el ciprés”.

_____ (1960). Pronuncio amor. Arcos de la Frontera (Cádiz): Col. “Alcaraván”, 8.

_____ (1961). Elegía. Granada: Col. “Veleta al Sur”.

_____ (1962). Cancionero-guía para andar por el aire de Granada (1962). Granada: “Veleta al Sur”.

_____ (1964). El gesto. Buenos Aires: Seijas y Goyanarte Editores.

_____ (1966). Hombre en paz. Madrid, Editora Nacional.

_____ (1967). Tercer gesto. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica.

_____ (1968). Amor, acaso nada. Las Palmas: Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria.

_____ (1970). Los vientos. Madrid: Ediciones de la “Revista de Occidente.

_____ (1971). Límites. Barcelona: Col. “El Bardo”, 74.

_____ (1972). Gesto segundo. Barcelona, Instituto de Estudios Hispánicos.

_____ (1979).  Moheda. Torremolinos (Málaga): Revista Litoral 85-86-87.

_____ (1980). Veinte poemas risueños. Granada: Universidad, Col. “Zumaya”, 8.

_____ (1981). Vasto poema de la resistencia. Granada: Diputación Provincial, Col. “Genil”, 1.

_____ (1987). Mis amados odres viejos. Madrid: Ediciones Rialp, Col. “Adonais”, 44.

_____ (1993). Los estados transparentes, Introducción de Francisco J. Peñas-Bermejo. Barcelona: Los Libros de la Frontera, Col. “El Bardo”, 34.

_____ (1996). El manantial (Homenajes 1965-1996). Córdoba: CajaSur, Col. “Los Cuadernos de Sandua”.

_____ (2001). Variaciones temporales. Granada: Ediciones Dauro.

_____ (2002). Las edades del frío. Barcelona: Tusquets.

_____ (2007). Los dominios del cóndor. Benalmádena (Málaga): e.d.a. libros.

_____ (2014). Balada en tres tiempos, para saxofón y frases coloquiales. Madrid: Visor Libros.

_____ (2003). Estado de palabra (Antología 1956-2002), Edición y estudio preliminar de Francisco J. Peñas-Bermejo. Sevilla: Fundación José Manuel Lara.

_____ (2010). Obras completas (Volumen I y II, Poesía. Volumen III, Narrativa y prosas varias), Introducción de Maria del Pilar Palomo. Granada: Editorial Almed.

_____ (2011). Versos para los momentos perdidos (Antología). Sevilla: Fundación José Manuel Lara.

_____ (2011). Ser un instante (Antología poética 1956-2010),  Edición, selección y estudio crítico de Francisco Morales Lomas. Málaga: Fundación Unicaja.

_____ (2013). El otro lado de la niebla (Trilogía y coda). Contiene los libros Límites, Los estados transparentes, Los dominios del cóndor y Las edades del frío. Edición de Jenaro Talens. Madrid: Salto de Página/ Siglo XXI.

Bibliografía sobre Rafael Guillén

AA.VV. (1979). Rafael Guillén, poeta de una generación perdida, monográfico de Litoral  85-86-87.

Jurado Morales, José (2016). “La singularidad del pensamiento poético de Rafael Guillén”, Fuera de Foco, ed. María Payeras. Madrid / Frnkfurt: Iberoamericana Vervuert.

_____ (ed.) (2016). Naturaleza de lo invisible. La poesía de Rafael Guillén. Madrid: Visor.

Morales Lomas, Francisco (2011). “Humanismo, metafísica e incertidumbre en la lírica cósmica de Rafael Guillén”, Ser un instante (Antología poética 1956-2010). Málaga: Fundación Unicaja. 11-122.

Palomo, María del Pilar (2010). “La palabra y el cosmos en la obra de Rafael Guillén”, Introducción a las Obras Completas. Vol. I. Granada: Editorial Almed. 9-60.

Peñas-Bermejo, Francisco J. (1995): “La configuración de lo perdido en la poesía de Rafael Guillén”, Alaluz 2.

_____ (1998). “El asedio a los límites en la poesía de Rafael Guillén”, Los estados transparentes. Valencia: Pre-Textos. 9-34.

_____ (2003). “Aproximación a la poesía de Rafael Guillén: Transparencias de un mar inabarcable”, Estado de palabra (Antología poética (1956-2002). Sevilla: Fundación José Manuel Lara. 7-100.

Talens, Jenaro (2013). “También se entierra la semilla”, El otro lado de la niebla (Trilogía y coda). Madrid: Salto de Página / Ediciones Siglo XXI. 5-13.

Uceda, Julia (1995). “Anotaciones para una lectura de la poesía de Rafael Guillén”, La configuración de lo perdido (Antología 1957-1995). El Ferrol (La Coruña): Col. Esquío, LXI.

                                                            

Información adicional

  • Universidad Cádiz
  • Investigador José Jurado Morales
  • Publicación Miércoles, 06 Abril 2016

Rafael Pérez Estrada nació en Málaga en 1934, en el seno de una familia muy conocida de la burguesía ilustrada, en momentos de gran convulsión política en la ciudad durante la II República. Por rama materna, procedente de Aguilar de la Frontera (Córdoba), su abuelo fue el famoso abogado José Estrada y Estrada, del que se hizo popular el dicho: “Mata el Rey y vete a Málaga, que te defienda Estrada”. Su madre, Maria Josefa Estrada, en su madurez se hizo una conocida pintora naif. La rama paterna desciende de la familia inglesa Livermore, establecida en Málaga en el siglo XIX. Su padre, el médico Manuel Pérez Bryan, fue alcalde de Málaga entre 1943 y 1947; cargo en el que le siguió entre 1943 y 1952 su cuñado José Luis Estrada Segalerva, fundador y director desde este año y hasta 1980 de la revista literaria Caracola.

Rafael Pérez Estrada estudió el bachillerato en el colegio de los Agustinos de Málaga y cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Granada, donde se inició en el ambiente teatral de la mano del joven director Víctor Andrés Catena. Años después, en 1971 ganaría el Premio de Teatro Federico García Lorca de la Universidad de Granada por Edipo aceptado. Los sueños. Obtuvo la Licenciatura en 1958, y tras jurar como abogado viajó a Madrid para intentar vivir una vida bohemia: trabajó en Radio Popular ayudando a Alberto Blancafort a seleccionar la música, ilustró revistas, hizo decorados de teatro, e incluso se inició en la cerámica en el taller del inglés Hamilton O’Maly. Pero una grave afección dental le hizo regresar a Málaga, donde finalmente se instaló como abogado matrimonialista, ejercicio profesional que le proporcionó un gran prestigio.

Su primera vocación artística fue la pintura, y durante toda su vida plasmó también en dibujos su personal universo creativo, pero de forma un tanto tardía, en 1968, inició con un primer libro, Valle de los galanes, una continua e intensa dedicación a la literatura. Cultivó todos los géneros con una voluntad muy consciente de trasgresión. Por eso sus textos son difícilmente clasificables, pues narratividad, lirismo y tragicidad están presentes en todos ellos, sin subordinación a prescripciones canónicas. Hasta 1985, sobre todo, los elementos vanguardistas y el lenguaje surreal son consustanciales a su escritura, siempre al servicio de la subversión de la moral social y en denuncia de la opresión política. Tras la búsqueda de un lenguaje propio, el autor define a partir de Libro de horas un sistema que él denomina “la pasión de lo breve”, basado en la comunicación de la emoción a través de la inmersión metafórica en el universo de lo imaginativo: categorías angélicas, bestiarios imposibles, historias fabulosas, leyendas apócrifas de tradiciones literarias inventadas, etc. La imaginación, bien diferente de la fantasía, le permite franquear el envés de la realidad perceptible y la construcción de nuevas mitologías literarias, con el rigor de la belleza como objetivo.

            Identificado con los movimientos de oposición a la dictadura del general Franco, participó en iniciativas ciudadanas y fue miembro fundador de instituciones culturales progresistas como el Ateneo de Málaga y, tras la transición, el Centro Cultural de la Generación del 27 de la Diputación de Málaga. En 2000 fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad de Málaga y en 2002, a título póstumo, Hijo Predilecto de la provincia de Málaga.

            Pese a lo voluminoso de su obra y a su alta calidad, su rechazo al encasillamiento generacional o estético y su voluntaria lejanía del centralismo cultural de Madrid y Barcelona, le han privado hasta la fecha del reconocimiento académico que merece. Aunque su influencia se observa en numerosos poetas de promociones posteriores y es creciente el interés por su obra en el hispanismo internacional. Sus textos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, sueco y rumano.

Bibliografía:

Obras de RPE

  • Valle de los Galanes, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1968 (ed. de Ángel L. Vigaray, prólogo de Antonio Soler y estudios de Pablo García Baena, Alfonso Canales, Ángel Caffarena y José Infante, Madrid, Signos, 2006).
  • Obeliscos, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1968 (ed. de Ángel L. Vigaray, Madrid, Signos, 2006).
  • La bañera, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1970 (Barcelona, Los Libros de la Frontera, 1974).
  • Edipo aceptado. Los sueños, Granada, Universidad de Granada, 1972.
  • Informe, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1972.
  • Testal encíclica, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1972.
  • [Con Alfonso Canales y José Luis Ortiz de Lanzagorta] Funerales para una Virgen (Propuesta de texto a tres voces), Sevilla, Índole, 1973.
  • Festivo pretexto de Elegía, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1974.
  • Fetario de Homínidos Celestes, Málaga, Ateneo de Málaga, 1975.
  • Testal inerte, ed. Ángel Caffarena, Málaga, Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1976.
  • Tres propuestas asilogísmicas, Málaga, Rafael Pérez, 1979.
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  • Antología mínima, Ponferrada, Ayuntamiento de Ponferrada, 1993.
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  • La sombra del obelisco (novelas), Madrid, Libertarias, 1993 (Madrid, Espasa-Calpe, 2002).
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  • Los amores prohibidos, Málaga, Col. Llama de amor viva, 4, Rafael Inglada, ed., 1995.
  • El domador. Narraciones poéticas, Madrid, Huerga y Fierro, 1995.
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  • Ulises o Libro de las Distancias (novela), Madrid, Huerga y Fierro, 1997.
  • El ladrón de atardeceres, sel. de José Ángel Cilleruelo, Barcelona, Plaza y Janés, 1998.
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  • El vendedor de logaritmos, Velliza (Valladolid), Col. El gato gris, 10, 1998.
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  • El grito. Diario de un tiempo difícil, Málaga, Miguel Gómez Ediciones, 1999.
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  • Muestrario, Badajoz, Diputación Provincial, 1999.
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  • La luz de las palabras (Antología), ed. de Rafael Ballesteros, Málaga, Junta de Andalucía, 2001, 2010.
  • La palabra destino: antología poética, ed. de Juan Carlos Mestre y Miguel Ángel Muñoz Sanjuán, Madrid, Hiperión, 2001.
  • Imágenes [1986], ed. de Francisco Ruiz Noguera, Málaga, Ayuntamiento de Málaga, 2002.
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  • Antología de breve ficción. Selección y prólogo de Guillermo Samperio, Córdoba, Berenice, 2010.
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Julio Neira

(UNED)

Información adicional

  • Universidad UNED
  • Investigador Julio Neira
  • Publicación Jueves, 14 Noviembre 2019

Ricardo Molina Tenor nació en Puente Genil el 28 de diciembre de 1916, aunque siempre usó como fecha de nacimiento la de 1917. De niño se trasladó a la capital con su familia donde continuó sus estudios en el Instituto de Córdoba coincidiendo con Juan Bernier. Ya entonces era un ávido lector con hondo interés por la cultura, en especial por el mundo de la Antigüedad Clásica que se convertirá en señas de identidad de su poesía. En Sevilla se matriculó de Geografía e Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, donde tuvo de profesor al poeta Jorge Guillén; pero al estallar la guerra tuvo que abandonar los estudios, se alistó en el frente y una vez concluida la contienda se licenció y comenzó a trabajar como profesor por horas en distintas academias de Córdoba. A partir de mediados de los años cuarenta, a las agotadoras jornadas de clase se sumó su asesoría cultural en el Ayuntamiento y una intensa actividad literaria que se tradujo en la edición de la revista Cántico junto a sus amigos Juan Bernier y Pablo García Baena, y en la publicación de varias obras poéticas, incluidas sus Elegías de Sandua o la premiada Corimbo. A principio de los años cincuenta colaboró como articulista en el diario Córdoba y se centró en el estudio de su otra gran pasión: el flamenco. Mientras tanto seguía escribiendo poesía, editando la revista Cántico en su segunda etapa (1954-57), publicando ensayos y preparándose la plaza de profesor agregado de Instituto que consiguió en 1966, coincidiendo con el grave empeoramiento de una dolencia cardiaca que le provocó la muerte en enero de 1968. Incluso en aquellos últimos años Molina se preocupó de editar nuevas obras, reordenar sus manuscritos y dejar como legado un impresionante archivo epistolar y una riquísima biblioteca, reflejo de su vasta cultura, de sus amplios intereses humanísticos, de su conocimiento de lenguas y literaturas extranjeras y en especial del panorama poético español.

En cuanto a su obra poética, Ricardo Molina dijo alguna vez que la poesía era tan connatural a su esencia como las hojas a los árboles. Sentía su vocación como una gracia con la que debía ensalzar las maravillas de la creación a través del lenguaje poético. Este es el sentido último de su ambicioso proyecto La viña florecida, una obra única abarcadora de toda su poesía.

En su primer libro, El río de los ángeles, (1945) aparecen los temas que caracterizarán su lírica: el amor, la naturaleza y el sentimiento religioso, a veces en indivisible unidad y a veces en confrontada lucha. Usa el verso libre y extenso, el tono hímnico por influjo de los clásicos grecolatinos y de sus poetas más influyentes entonces: Whitman, Claudel o Gide. Otros poemas de inspiración más espiritual adelantarán libros posteriores, como Tres poemas (1948) o Psalmos (1982). Hacia finales de los años cuarenta se abre otra etapa poética en la que de nuevo se funden amor y naturaleza. A este ciclo pertenecen las Elegías de Sandua, (1948) -la obra más lograda y reconocida del poeta cordobés, cuyo tono de melancolía y evocación de lo perdido resulta propio del género elegíaco al que se adscribe el poemario- y Cancionero y Regalo de amante. Estas dos últimas, editadas tras su muerte, conforman la poesía más erótica y sensual del poeta cordobés. Tras este ciclo amoroso redacta nuevos textos y reelabora otros antiguos que darán como resultado en 1949 la obra antológica Corimbo, galardonada –con cierta controversia– con el premio Adonáis. Después de años sin publicar sale a la luz en 1957 Elegía de Medina Azahara, obra inspirada en las ruinas del palacio califal y cuyos poemas evocan el mundo arábigo-andaluz de sensualidad y refinamiento en los que predomina la reflexión serena sobre el paso del tiempo. Diez años más tarde se edita La casa (1966), breve poemario de paz y recogimiento, fruto de la experiencia de la enfermedad. Es a partir de esos años cuando  los temas de la muerte, la resignación al olvido y la obediencia a la voluntad divina, están más presentes aún en sus poemas. Poco antes de morir publica A la luz de cada día (1967) y póstumamente aparecieron otros poemarios: Cancionero y Regalo de amante (1975), Psalmos y Homenaje, ambos incluidos en la edición de la Obra poética completa de 1982.  Su poesía –editada en numerosas ocasiones en antologías o en obras completas- demuestran que Ricardo Molina cumplió con su vocación de cantar la belleza y de hacerlo «con sencillez, como en voz baja, comunicando a los que lo leen la ternura de lo verdadero», tal como señaló García Baena.

Pero no sólo su labor como poeta merece ser reconocida, también lo merece su tarea magistral al frente de la revista poética Cántico, cuyo origen se remonta a los años treinta, cuando se fueron conociendo los jóvenes que terminarían formando el grupo Cántico en la década de los cuarenta. Junto a Molina, estaban Pablo García Baena, JuanBernier, Mario López y Julio Aumente, los pintores Ginés Liébana y  Miguel del Moral y añosdespués se sumó el poeta Vicente Núñez.  En aquellos años el vínculo para los amigos era las sesiones de música en casa de don Carlos López de Rozas, el «Cuarto de los infiernos» de la Biblioteca Pública donde leían a los autores prohibidos, los paseos por el Guadiato y la finca ruinosa de Trasierra, aquella escenificación que montaron en el verano de 1942 del Cántico Espiritual de San Juan y sobre todo, las tabernas de una triste Córdoba de posguerra  donde la conocida como «Peña Nómada» compartía amistad, lecturas y vino. Pero fue el fallido premio Adonáis del año 1947concedido a José Hierro el que animó a lapublicación de Cántico. La revista –que vivió dos etapas: desde 1947 hasta 1949 y posteriormente desde 1954 hasta 1957– fue un revulsivo contra las tendencias que imperaban en la poesía española. Los jóvenes del grupo pretendían retomar las voces de los poetas del 27, recuperar el vitalismo anterior a la guerra y no vincularse a ninguna tendencia del momento. Para abrirse camino recurrieron al tutelaje de Vicente Aleixandre, que apadrinó la revista con su «Carta a los fundadores de Cántico». Su nombre y el de otros miembros del 27 aparecerán con frecuencia; en especial los de Gerardo Diego –que los visitó en Córdoba– y Luis Cernuda, a quien le dedicaron un número doble en 1955. Fue una ventana abierta a colaboradores de calidad de toda tendencia, a presencias extranjeras, a poetas exiliados, a textos escritos en gallego o catalán. A pesar del esfuerzo invertido y la calidad de la publicación, en 1957 salió el último número de la revista. Desde entonces todo aquel proyecto creativo cayó en el abandono hasta los años setenta, cuando jóvenes malagueños y poetas «Novísimos» recuperaron el tono elegíaco, el intimismo culturalista y el refinamiento formal de la poesía de Cántico. Molina, por su muerte prematura, no llegó a disfrutar de este nuevo reconocimiento, lo que resulta aún más doloroso, ya que a pesar de que Pablo García Baena y Juan Bernier también figuraron como editores, todos coinciden en que Cántico sin Ricardo Molina no hubiera existido. 

Además de la poesía y de la codirección de la revista, el artículo periodístico y el ensayo le ocuparon tiempo. Desde los años cincuenta fue publicando artículos en el diario Córdoba bajo los seudónimos de «Eugenio Solís» y «Al-Mutanabbi» que se convirtieron en testimonios de su tiempo y antesala de posteriores ensayos centrados en Córdoba: Córdoba (1951) Córdoba gongorina y Córdoba en sus plazas (1962), Campos de Córdoba (1963) Tierra y Espíritu (1965), más dos títulos póstumos: Antología de Córdoba y Glosario andaluz. A esto se añade la publicación de otros estudios histórico-filosóficos y en especial su fundamental ensayo Función socialde la poesía (1967). Por otra parte, su faceta de dramaturgo ha pasado casi inadvertida. La obra más conocida es el auto sacramental El hijo pródigo, estrenada en 1946, pero aún hay otros títulos que siguen inéditos. No obstante fue el flamenco lo que captó con especial fuerza el interés de Molina convirtiéndose a partir de los años cincuenta en una de sus grandes pasiones. Después de publicar numerosos artículos sobre el tema en el diario Córdoba, convocó en 1956 el II Concurso nacional de Cante Jondo, heredero de aquel que Falla y Lorca organizaron en Granada en 1922. En los años sesenta se animó finalmente a publicar ensayos sobre el tema: Mundo y formas del cante flamenco (1963) -escrito en colaboración con el cantaor Antonio Mairena- por el que recibió la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera, Cante flamenco (1965) y antes de morir editó por mediación de Fernando Quiñones su estudio Misterios del arte flamenco. Ensayo de una interpretación antropológica. Póstumamente salieron a la luz Obra flamenca y Cante y cantaores cordobeses, que recopilan artículos sobre el tema que Molina publicó en vida.

En definitiva, a pesar de su muerte prematura el legado de Ricardo Molina es abundante y diverso.  Su carácter vitalista y pasional, su rico y controvertido mundo interior  y en especial la influencia de sesudas lecturas le llevaron a cantar con fruición a la naturaleza y a reflejar en su lírica lo mismo el abandono amoroso que religioso. Su especial sensibilidad para captar la belleza de Córdoba y su innata capacidad de observación de las maneras y cantes del pueblo se reflejan igualmente en sus ensayos y artículos periodísticos. A toda su actividad literaria se unen sus indagaciones en materia poética, filosófica o histórica, una prolija y valiosa correspondencia epistolar que mantuvo con intelectuales de su tiempo y en especial su infatigable y meritoria labor al frente de la revista poética Cántico. Todo ello nos obliga verdaderamente a considerar que tenemos ante nosotros a un auténtico humanista cuya obra merece ser justamente reconocida.

Bibliografía poética

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_____ (1980). Halcones a través de la tormenta (Homenaje a Jorge Luis Borges), Málaga, Torre de las Palomas.

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RENDÓN INFANTE, Olga, (2015) Los poetas del 27 y el grupo Cántico de Córdoba. 2 vols. Sevilla, ed. Alegoría.

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RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Antonio (1988), “Ricardo Molina”, Ante nueve poetas de Córdoba. Publicaciones del Monte de Piedad y caja de ahorros de Córdoba, páginas  15-29.

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TORRE, José Mª de la (1989). Hacia una revisión crítica y hermenéutica de la vida y obra poética de Ricardo Molina, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada.

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_____ (2007) El fervor y la melancolía. Los poetas de Cántico y su trayectoria, Sevilla, Fundación Lara.

Información adicional

  • Universidad Cádiz
  • Investigador Olga Rendón Infante
  • Publicación Sábado, 09 Septiembre 2017

Rosa Romojaro nació en Algeciras (Cádiz) en 1948. Es catedrática de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga. Como investigadora es autora de ensayos críticos sobre el mito clásico en Garcilaso, Góngora, Lope de Vega, y Quevedo, sobre los poetas contemporáneos José Moreno Villa y Manuel Altolaguirre y de los siguientes ensayos teóricos: Lo escrito y lo leído. Ensayos sobre literatura y crítica literaria (2004) y Teoría poética y creatividad (2010). Como creadora ha publicado una novela, Páginas amarillas (1992), una colección de relatos, No me gustan las mujeres que lloran y otros relatos (2007), y Rodear la tarde (2003), una recopilación de artículos de opinión originalmente publicados en el periódico Diario Sur. Romojaro reconoce que el género que más le atrae es la poesía. Como poeta ha publicado Secreta escala (1983), Funambulares mar (1985), Agua de luna (1986), La ciudad fronteriza (1988), Poemas sobre escribir un poema y otro poema (1999), Premio Manuel Alcántara; Zona de varada (2001), Premio Ciudad de Salamanca; Poemas de Teresa Hassler (Fragmentos y ceniza) (2006), Premio Jaén de Poesía; Cuando los pájaros (2010), Premio Antonio Machado y Premio Andalucía de la Crítica; y Mirar el mundo (2014), antología de su obra poética. Es miembro de la Real Academia de Córdoba y de la Real Academia de Antequera.

No es fácil situar la poesía de Romojaro dentro de las tendencias poéticas dominantes del siglo XX tardío, pero sí identificar algunas características que definen su obra. En una poética la autora nos da una clave al hablar de una gran tensión entre “una emoción a flor de piel y el intento de distanciarla” (“Poética” En voz alta 718). Existe un proceso creador centrífugo, un movimiento desde lo interno subjetivo hacia la objetividad de un poema artefacto cuidadosamente pulido. Romojaro reconoce el impulso centrífugo en su poesía inicial: “Comenzar escribiendo desde dentro, ir a buscar allí imágenes y símbolos. En el folio: lo barroco, lo hermético: forma probable de ocultación de lo no dicho” (“Poética”, La Torre). No sólo el discurso barroco hermético, sino también el simbolismo, la alegoría, y alusiones a figuras mitológicas y literarias dan la impresión de una intimidad distanciada. En una entrevista la poeta explica que en Agua de luna encubre la experiencia erótica en recursos barrocos y en La ciudad fronteriza, en un discurso surrealista (“Conversación” 117). El poema “Minué” ilustra como en vez de un yo poético en primera persona, se alude a un personaje literario, la Ofelia de Shakespeare: “The moon is my mother—dijo Ofelia, la simple, / mecida en sus lianas, cayendo en el ardid / del pezón plateado: de la verga de sémola–" (Agua de luna, 65).

A lo largo de la trayectoria poética de Romojaro sobresale el simbolismo, sin duda una reflexión de una formación nutrida por los poetas de la Generación del 27 como Jorge Guillén. Romojaro personaliza los símbolos y los hace polivalentes, potenciando su valor expresivo. En Cuando los pájaros, por ejemplo, “cada uno de los elementos puede llegar a tener varias caras; significados que se acomodan a los distintos estados de ánimo” (González). Además, el simbolismo contribuye a la tensión que percibe el lector entre el revelar la intimidad y mantenerla “velada y salvaguardada” (Gámez Milán). El lenguaje poético de Romojaro no se caracteriza por el exceso ni por la exuberancia, sino por la depuración y la concisión: “Todo en la poesía de Rosa Romojaro está cuidado con esmero: el lenguaje, la palabra (ésa que alivia, que cura), cada verso que pule con delicadeza y que libera de sentimentalismos y de gestos innecesarios” (González).

El distanciamiento de la intimidad a través de alusiones literarias, un discurso barroco, y el formalismo métrico no disminuye la fuerza emocional del poema. Al contrario, la emoción pulsa por debajo de la veladura discursiva hasta que, en el proceso de descodificación, se libera su intensidad. Refiriéndose a Zona varada, José Luis García Martín afirma: “La emoción va por dentro; su verso, que parece frío, abrasa”. Túa Blesa igualmente recalca la dicotomía entre una aparente frialdad y la intensidad afectiva de la poesía de Romojaro: “Pudiera parecer lo ya dicho que estamos ante una escritura fría por la teorización no es así; poema tras poema la reflexión camina anudada a una sensualidad sostenida en lo que es en todo momento una voz emocionada”.

            La poesía de Romojaro evoluciona, y es posible identificar una segunda etapa que consta de los libros Teresa Hassler (Fragmentos y ceniza) y Cuando los pájaros. A partir de Teresa Hassler es evidente en “una progresiva conquista de una voz más personal a la vez que en un despojamiento retórico” (Gámez Millán). La poeta comenta que en su quehacer poético suele buscar la perfección técnica pero que en Teresa Hassler “se ha dejado llevar por los sentimientos y las emociones”, reflejado en “la instauración de la primera persona como voz recurrente” (Cortés, “R. Romojaro combina”; Gámez Millán). No adopta una poética radicalmente distinta, al contrario, las novedades conviven con elementos de la primera etapa. Por una parte, el personaje de Teresa Hassler distancia el yo íntimo, pero por otra, cede su papel de protagonista dejando un espacio para el yo autobiográfico de la poeta. La presencia del heterónimo establece un juego de identidades. ¿Quién habla? ¿Teresa? ¿El yo hablante a sí mismo en un desdoblamiento temporal? ¿El yo de una autora que quiere todavía encubrirse? El libro representa un paso hacia una poesía más directa. La misma tendencia se mantiene en Cuando los pájaros: “Su voz poética acorta entonces las distancias para hacerse primera persona en la mayoría de los poemas” (González).

            En la segunda etapa se discierne también cambios de enfoque. García Martín clasifica un libro de la primera etapa, Zona varada, como elegíaca y temporalista, señalando que en ella la poeta “no canta el goce del existir, sino el precario vivir” y Ángel Prieto de Paula caracteriza La ciudad fronteriza como “poesía de pérdidas”. En Poemas de Teresa Hassler, la amenaza que ensombrece, relacionada con la maldad, la muerte, y la angustia existencial retrocede, deja un espacio—especialmente en la segunda parte del libro—a una voz que se entrega aleatoriamente a la vida: el amor, la pasión y la plenitud del aquí y ahora. En Cuando los pájaros la nueva actitud proviene de la afirmación de la palabra poética. Es un libro que “responde al deseo del decir, un anhelo que se presenta como la salvación del yo y como rescate de las cosas, del tiempo del espacio” (Romojaro cit. en Cortés, “R. Romojaro: En la poesía”).

                                                     Obras citadas

Blesa, Túa. “Cuando los pájaros. Rosa Romojaro”. El Cultural. 4 marzo 2011.

            http://www.elcultural.com/revista/letras/Cuando-los-pajaros/28776

Cortés, Rafael. “Rosa Romojaro combina realidad y ficción en su nuevo poemario”. Diario Sur.

13 septiembre 2006. https://www.diariosur.es/prensa/20060913/cultura/rosa-romojaro-combina-realidad_20060913.html

-----. “Rosa Romojaro: ‘En la poesía es donde me conozco más a mí misma’. Diario

Sur. 14 mayo 2011. https://www.diariosur.es/v/20110514/cultura/rosa-romojaro-poesia-donde-20110514.html

Gámez Millán, Sebasián. “‘Mirar el mundo’, antología poética de Rosa Romojaro.” Culturamas. Revista de

     información cultural en internet. 19 octubre 2017.

http://www.culturamas.es/blog/2017/10/19/mirar-el-mundo-antologia-poetica-de-rosa- romojaro/

García Martín. José Luis. “Zona varada”. El Cultural. 11 julio 2001. pág. 12.

González, Almoraima. “La vida entera después de la batalla”. Cuadernos Hispanoamericanos.

Núm. 729, marzo 2011. http://www.cervantesvirtual.com/obra/la-vida-entera-despues-de-la-batalla-resena/

Prieto de Paula, Ángel L. “Semblanza y crítica”. Biblioteca virtual. Miguel de Cervantes.

           http://www.cervantesvirtual.com/portales/rosa_romojaro/semblanza/

Romojaro, Rosa. Agua de luna. Málaga: Diputación de Málaga, 1986.

-----. “Conversación”. Conversaciones y poemas. La nueva poesía femenina española en

            castellano. Madrid: Siglo XXI, 1991. 113-123.

-----. “Poética”. En voz alta. Las generaciones del 50 y del 70 de Sharon Keefe Ugalde.

     Madrid: Hiperión, 2007. 717-720.

-----. “Poética”. La Torre de Montaigne. http://latorredemontaigne.com/2015/11/rosa-romojaro- 2/

Obras de Rosa Romojaro.

Poesía

Secreta escala. Málaga: Universidad de Málaga, 1983.

Funambulares mar. Málaga: Librería Anticuaria El Guadalhorce, 1985.

Agua de luna. Málaga: Diputación de Málaga, 1986.

La ciudad fronteriza. Granada: Don Quijote, 1988.

Poemas sobre escribir un poema y otro poema. Málaga: Málaga Digital («Enclave de Poesía»),

     1999.

Zona de varada. Sevilla: Algaida, 2001.

Poemas de Teresa Hassler (Fragmentos y ceniza). Madrid: Hiperión, 2006.

Cuando los pájaros. Madrid: Hiperión, 2010.

Mirar el mundo. Málaga: ETC El Toro Celeste, 2014.

Narrativa

Páginas amarillas. Barcelona: Anthropos, 1992.

No me gustan las mujeres que lloran y otros relatos. Algeciras: Fundación Municipal de

       Cultura José Luis Cano, 2007.

Obra teórica y crítica

José Moreno Villa. Antología poética. Ed. Rosa Romojaro. Sevilla: Editoriales Andaluzas

         Unidas-Don Quijote, 1993.

Lope de Vega y el mito clásico. Málaga: Universidad de Málaga, 1998.

Funciones del mito clásico en el Siglo de Oro (Garcilaso, Góngora, Lope de Vega, Quevedo),

       Barcelona: Anthropos, 1998.

Lo escrito y lo leído. Ensayos sobre literatura y crítica literaria. Barcelona: Anthropos, 2004.

Bibliografía de Manuel Altolaguirre (Obra literaria, ediciones y referencias críticas).

       Benalmádena: EDA, 2007.

La poesía de Manuel Altolaguirre (Contexto. Claves de su poética. Recepción). Madrid: Visor,

       2008.

Manuel Altolaguirre. Islas del aire. Ed. Rosa Romojaro. Sevilla: Renacimiento, 2008.

Manuel Altolaguirre. Versos originales, Antología poética. Ed. Rosa Romojaro. Sevilla:

       Renacimiento, 2010.

Teoría poética y creatividad. Barcelona: Anthropos, 2010.

Ensayo periodístico

Rodear la tarde. Málaga: Sarriá, 2003.

Información adicional

  • Universidad Texas State University
  • Investigador Sharon Keefe Ugalde
  • Publicación Sábado, 02 Marzo 2019

Nacida en Alicante en marzo de 1919, en el verano de 1936, con diecisiete años, viaja a Larache (zona marroquí perteneciente al Protectorado español) de vacaciones invitada por unos familiares y allí se queda después del llamado alzamiento nacional. Alicante había quedado en la zona republicana, de modo que el regreso era imposible. En Larache completa su formación (básicamente autodidacta, como la de tantos hombres y mujeres en los años cuarenta del pasado siglo) y se inicia su interés por la literatura. Preparará oposiciones para la municipalidad, en la que trabajaba en calidad de oficial administrativo para la Junta Municipal o Ayuntamiento de Larache. De ahí que tenga que trasladarse primero a Villa Sanjurjo (después, Alhucemas) y luego a Tetuán (1952) tras diversos ascensos. En 1958 se produce el traslado definitivo a Granada donde entra en contacto con poetas como Rafael Guillén, Elena Martín Vivaldi, etc. (Sierra Nevada, 1960). En el Archivo del Ayuntamiento de la ciudad de Granada consta que se incorpora a ese Ayuntamiento el 5 de febrero de 1958, en 1960 es nombrada jefa de negociado de esa institución, pasa por ocho categorías administrativas y se jubila el 23 de febrero de 1982. Muere en Granada el 18 de abril de 1984 tras una larga enfermedad.

Estas circunstancias vitales implican el interés por lo oriental, en sentido amplio, muy especialmente el impulso por crear una revista que recogiera esos intereses. Será Al-Motamid. Verso y Prosa (la primera revista bilingüe español-árabe) para publicar poesía joven árabe y española (durante los años cuarenta y cincuenta) que pudiera establecer un diálogo entre las distintas tradiciones y culturas. Para dar nombre a su revista, Trina Mercader, movida por la fascinación, vuelve su mirada al pasado y a un personaje histórico más o menos mítico y también tópico: Al-Motamid, el abbadí que reinó en Sevilla entre los años 1068 y 1091, el rey-poeta, el representante de lo arábigo-andaluz. Si nos detenemos en el orientalismo o en su versión española, el africanismo o la colonización norteafricana desde mediados del siglo xix o desde la guerra de Tetuán (1859-1860) hasta la independencia de Marruecos (1956), pasando por la fórmula del Protectorado, tendríamos una implicación política e ideológica precisa: la literatura colonial es colonialista. Mas al margen de esta cuestión, la revista Al-Motamid que Trina Mercader fundó y dirigió entre 1947 y 1956, el hecho de usar el árabe en Al-Motamid es singular: supone una perspectiva, revela una actividad mental y tiene una re-sonancia que no son exactamente iguales a otras. No solo el vocabulario, sino también la propia configuración gráfica y sintáctica es otro modo de exotismo: exactamente, el que atrajo o decidió a Juan Ramón Jiménez, por ejemplo, a publicar aquí.Fascinada por el pasado oriental, Trina Mercader no sólo utiliza el nombre de Al-Motamid para titular su revista, hecho extremadamente significativo en sí mismo, sino que, además, en su práctica poética dedica varias composiciones a Itimad y a Al-Motamid, con las que consolida un proyecto más amplio dedicado a la poesía oriental.

En Al-Motamid, 8 (octubre 1947), p. 5, aparece una de las novedades más sobresalientes de esa poesía oriental: la elaboración poética de un personaje histórico, pues los “Cuatro sonetos” que se publican crean a Itimad, la mujer-poeta-soberana de Sevilla que protagonizara alguna de las anécdotas consignadas por el historiador Dozy (2004, II, 289-296 y 360-368). Son cuatro momentos que, aunque tengan su origen en la historia, importan porque conforman esta lírica oriental y, si ese pasado en gran medida es construcción verbal, podemos modificarlo y manipularlo, es decir, convertirlo en una efeméride o en un personaje nuevos que tiene que ver con nuevas referencialidades. Una compleja y laberíntica relación entre pasado y presente por medio de una entidad histórica, esa reina andalusí del siglo xi, una de las mujeres de Al-Motamid, que se reelabora en una cronografía presente. Así, el primer soneto lee:

Feliz muchacha tú, breve doncella

que, sin saberlo, hilabas junto al río

la máxima aventura, a tu albedrío,

de tu emoción de niña, nube, estrella.

Esta especie de cancionero sobre Itimad pasa por la niña, mujer, la reina desterrada hasta llegar a la reina muerta. Ocurre también con el poema sobre el rey muerto, es decir, Trina Mercader está negociando la contraposición memoria / olvido, está poniendo de manifiesto el carácter entre el haber sido del pasado de un rey como Motamid y el pasado terminado o concluso, desligado del “nosotros”, la escritura opta por intervenir en el presente como un singular colectivo (la primera persona del plural, el “nosotros”) para elevar al absoluto el presente histórico desde el que se observa y manipula. Se mantiene la mirada rigurosa y la transgresión de la realidad: la escritora opta por “nuestra modernidad” porque el tiempo actual se hace a sí mismo en la diferencia, en esa novedad en relación con el pasado: “Pero esta blanca sed que tu ausencia levanta, / ya no la llena nadie: nadie quema en sus ojos con hoguera de fiebre, / tu abierta ley de amor desde el tallo a la nube”. La pretensión de esta reflexión absoluta se realiza desde ese colectivo singular o, de otra manera, desde el momento histórico singular (la ausencia-muerte de Al-Motamid en Agmat) al ahora de la historia presente (ese proyecto de peregrinación a su tumba que su “ausencia levante”). Cuando se recurre a la historia se focalizan dos nombres claves: Itimad y Motamid, y estas dos figuras históricas se inscriben en el discurso de “nuestro tiempo”. En cualquier caso, la dilatada aventura de la revista hace que la propia Trina Mercader reflexione en los preliminares de Tiempo a salvo: “mi biografía debería titularse «Historia de una revista». Porque una revista, Al-Motamid, es la que centra y orienta mi vida en Marruecos.

            Una advertencia: el corpus poético de Trina Mercader es relativamente breve, en el bosquejo autobiográfico (1954, 251) que escribió Trina Mercader para la antología de Carmen Conde, leemos: “Ningún libro publicado hasta la fecha. Tengo casi terminado uno: Mundo a salvo. He colaborado en casi todas las revistas de poesía de España y de la Zona [es decir, el Protectorado español], así como en las de los países árabes. He sido traducida al árabe. Preparo una colección de libros de poesía y literatura hispanomarroquí”. La dispersión es evidente como se recoge en la bibliografía.

Sólo publicó tres libros: Pequeños poemas [con el pseudónimo de Tímida] (1944), Tiempo a salvo (1956) y Sonetos ascéticos (1971). En realidad, la publicación primera de Tímida la relega al olvido y ese Mundo a salvo se convertirá en Tiempo a salvo que se divide en tres tiempos muy equilibrados (diecisiete, dieciséis y diecisiete poemas respectivamente) en los que el yo poético femenino emprende un camino (por decirlo en términos ascéticos): desde el autorreconocimiento del cuerpo y la palabra propia, en el primer tiempo, en el que lo significativo es la defensa de los espacios íntimos y el regreso a la autenticidad (hay una reivindicación feminista latente en todo el conjunto), junto al rechazo del silencio impuesto (ligado, además, a una etapa, la niñez, caracterizada por el autoritarismo, que llevarán al yo poético a rechazar el pasado). Ya en el segundo tiempo, se opta por una apertura al mundo, a lo exterior y a la naturaleza, a la vida, con una especial atención a la comunicación con los otros. Para terminar, en el último tiempo, con el canto de un panteísmo sin fisuras en el que se ofrecerá una particular visión de la divinidad, en muchos casos alejada de la ortodoxia. Con avisos ajenos dirigidos a ese yo poético femenino para que permanezca donde está porque “es aquí / donde nacerán los lirios” y si surge la belleza es “aquí / conmigo”, en el acto de la estética directa, ligada con el yo se transforma el lenguaje.

             Sonetos ascéticos, por su parte, se ajustan perfectamente a la estructura enunciada por Miguel Fernández quien destacaba en un artículo In memoriam, transcurrido un año de su muerte, que a pesar de la brevedad de su producción en libro, resulta “suficiente para una valoración de esa voz que dentro de la lírica femenina de postguerra será de las más hondamente puras; entre esa ascética y esa mística que comportarían su triángulo temático: vida-muerte-divinidad” (Obra completa, ii, 564). Una escritora de la que se ha dicho que posee una “sosegada voz, de fácil expresividad retórica y de contenida pasión en su palabra” y representa “una de las voces más sencillas, más limpias y claras de la actual poesía femenina” (López Anglada, 1965, 252-253). Su mayor particularidad tal vez resida en retomar la estrofa clásica, el soneto, a través del cual Trina Mercader trata de incardinarse en “la tradición de quienes buscan la concisión conceptual y el rigor de la forma” (es lo que afirma Antonio Carvajal en la nota introductoria a este libro, p. 9), tradición a la que pertenecerían Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Alberti o Miguel Hernández. Estructurado igualmente en tres núcleos, Vida-Muerte-Dios, en este caso podría decirse que Mercader alcanza una mayor perfección gracias a la depuración formal y retórica de sus composiciones. El primer bloque, la Vida (catorce sonetos), se inicia con un soneto-presentación en el que lo diminuto, lo efímero y, en definitiva, el tópico de la vanitas marcan la tonalidad de este apartado, que se abre a los elementos naturales del mundo exterior y que van desde lo más tangible (La planta, La flor, Las Hojas) hasta la abstracción más absoluta representada por El ánima. La segunda parte, Muerte, ofrece al lector trece variaciones sobre este tópico, en el que soledad y silencio construyen una gélida y turbia atmósfera. Por último, Dios, el tercer bloque, articula una moderna versión del ascetismo a lo largo de los doce sonetos de los que se compone y que retoman la tradición española conceptista y paradójica que tiene sus máximos representantes en el Siglo de Oro.

En definitiva, Trina Mercader no se puede reducir a la ‘aventura’ de Al-Motamid y su apuesta por una lírica oriental. Su producción se vuelve hacia una interioridad cada vez más solipsista y exigente, lo que explica esa poesía originaria y apenas publicada excepto en sus colaboraciones y los tres libros, de acuerdo con el rigor extremo que pedía en las críticas de poetas en las últimas reseñas que incluyó en su revista o cuando era consciente –más allá del léxico de la generosidad– de que las palabras no servían para el espacio de la belleza y traicionaban el hecho de que una lengua es estética o bella cuando es la lengua propia, singular o diferente.

            Su producción no es un conjunto cerrado: no ya porque habría que tener en cuenta sus libros preparados e inéditos, sino porque los textos muestran la posibilidad de sorpresa, esto es, su necesidad de originalidad; su rigurosa observación, es decir, su continua lectura de la tradición poética; y su irrealidad, esto es, el rigor del abismo, esa autoexigencia continua para con ella misma y su escritura que la conducen irremediablemente al silencio.

            Desde Larache a Granada, el recorrido es catártico: empeño, juego, rigor, sublimación, una práctica estética para restañar el sufrimiento y las heridas donde Trina Mercader, y su virtuosismo que inevitablemente conduce al silencio.

Bibliografía

Libros y textos de Trina Mercader

  1. Libros

–– (1944). Pequeños poemas [con el pseudónimo de Tímida]. Alicante: Leila.

–– (1956). Tiempo a salvo. Tetuán: Itimad / Al-Motamid.

–– (1971). Sonetos ascéticos. [Preliminares] Antonio Carvajal y Federico García de Pruneda. Barcelona: El Bardo.

  1.  Relatos

–– (1965). “Mercado de mujeres”, en 16 Relatos. Antología de prosistas granadinos. Ed. Carlos Villarreal y Pres. Andrés Soria. Granada: Colección Hombres y Caminos, pp. 133-142.

–– (1996 y 1999). “Una calle del barrio moro de Larache”, Turia, 37 (junio), pp. 66-68. Y en Jacinto López Gorgé en su Nueva antología de relatos marroquíes. Granada: Port Royal, pp. 45-47.

  1.  Poemas

–– (1947). “Dos poemas: “Interior” y “Horizontal”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 1 (marzo), p. 7.

–– (1947). “Vegetal”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 2 (abril), p. 3.

–– (1947). “Cuatro sonetos a nuestra ciudad”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 3 (mayo), p. 6.

–– (1947). “Pueblo mío”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 5 (julio), p. 3.

–– (1947). “Paisaje Occidental (Décimas)”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 6 (agosto), p. 6.

–– (1947). “Silencios”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 7 (septiembre), p. 5.

–– (1947). “Cuatro sonetos”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 8 (octubre 1947), p. 5.

–– (1947). “Oculto anhelo”, Verbo. Cuadernos Literarios, [sin numerar] (octubre-noviembre), p. 11.

–– (1947). “Visita”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 9 (noviembre 1947), p. 5.

–– (1948). “Dejad que el agua...”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 11 (enero), p.6.

–– (1948). “Adivinada”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 13 (marzo), p. 4.

–– (1948). “Poema de nuestro tiempo”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 14 (abril), p. 5.

–– (1948). “Muchacha alerta”, Raíz, 2 (junio), p. 7.

–– (1948). “Muchacha” y “Primer llanto”, La Isla de los Ratones. Hojas de Poesía, 2 (1948), pp. 21-22.

–– (1948 y 1978). “Ruego”, Espadaña. Revista de Poesía y Crítica, 32, p. 684 de la ed. facsímil publicada en León: Espadaña Editorial.

–– (1948-1956). “Galicia Siempre”, Alba. Hojas de Poesía/Follas de Poesía, núm. 5, p. 21.

–– (1949). “Oración” y “En el misterio”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 16 (mayo), p. 6.

–– (1949). “Elegía a Motamid”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 17 (junio), p. 2.

–– (1949). “Muralla”, “Entrega”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 18 (julio), p. 4.

–– (1949). “Todo está abandonado” y “Los demás”, Manantial, p. 14.

–– (1949). “A un almendro que me sonreía” y “Joven yerba”, Manantial, 3, p. 9.

–– (1949). “Lago”, La Isla de los Ratones. Hojas de Poesía, 8, p. 66.

–– (1949 y 1978). “Rozando a Dios”, Espadaña. Revista de Poesía y Crítica, 41, p. 867 de la ed. facsímil publicada en León Espadaña Ed.

–– (1950). “Ciudad nueva”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 20 (abril), p. 5.

–– (1950). “Pequeña fuente”, Caracol, 1 (abril), p. 8.

–– (1950). “Renuncia”, Alor. Hojas de Poesía, [s/n] (junio), s/p, pero p. 13 o p. 15.

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–– (1954). “Hay una rama sobre el río”, Caracola. Revista malagueña de poesía, 18 (abril), s/p.–– (1954). “Poema” [Mayo de los amantes...], Caracola. Revista malagueña de poesía, 22 (agosto), s/p.

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–– (1955). “A Celia muerta” y “Canción para que vuelva Celia”, Poesía Española, 42 (junio), pp. 4-5.

–– (1955). “Soneto” [A vida voy sin tregua ni reposo...], Caracola. Revista malagueña de poesía, 35 (septiembre), s/p.

–– (1955-1956). “Torre de Dios”, Ixbiliah. Letras y Artes, núms. 7-10 (verano, otoño, invierno y primavera), p. 34.

–– (1956). “Quién dijo que mis manos”, Gánigo. Poesía y Arte, núm. 19 (enero-febrero), s/p, pero p. 3.

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–– (1971). “De la nieve”, Caracola. Revista malagueña de poesía, 229-230 (noviembre-diciembre), p. 25.

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  1.  Revista

–– (1947-1956, pero 2003). Al-Motamid. Verso y Prosa. Edición en cd-rom dirigida por Abdelaziz Chahbar (Universidad Abdelmalek Essaadi de Tetuán). Tetuán: Instituto Cervantes y La Casa de la Poesía en Marruecos. [En la edición digital no aparecen los números 32 y 33].

  1.  Colaboraciones en prosa

–– (1947). “Presentación”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 1 (marzo), p. 2 [sin firma pero de Trina Mercader].

–– (1947). “En busca de Marruecos”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 4 (junio), p. 4.

–– (1947). “Un nuevo Al-Motamid”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 10 (diciembre 1947), p. 2.

–– (1948). “Al-Motamid:        Primer Aniversario”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 12 (febrero), pág. 2. [Firmado como Trinidad Sánchez Mercader].

–– (1948). “En busca de una nueva lírica motamidiana”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 15 (mayo), p. 2.

–– (1949). “A un paso de nosotros”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 19 (noviembre), p. 7.

–– (1954). “(Primer paréntesis)”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 29 [Homenaje a Celia Viñas] (octubre), p. 3.

–– (1954). “Vicente Aleixandre, niño”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 30 (diciembre), pp. 3-4.

–– (1955). “Presencia de Celia Viñas”, Al-Motamid. Verso y Prosa, 32 (octubre-diciembre), pp. 11-12.

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Información adicional

  • Universidad Nantes
  • Investigador Sonia Fernández Hoyos
  • Publicación Miércoles, 14 Diciembre 2016

Figura ecléctica de reconocido prestigio y de difícil clasificación en las corrientes estéticas oficiales, Vicente Núñez es autor de versos, aforismos y ensayos aún poco estudiados. Los elogios de muchos de los miembros de la Generación del 27, las colaboraciones con reconocidas revistas literarias de la época y los homenajes que éstas le dedican representan el primer indicio del papel de Núñez en el debate cultural español de la segunda mitad del siglo veinte y dejan intuir el valor de su poesía que le ocasiona, entre otros, el Premio de la Crítica en 1983 para Ocaso en Poley, el nombramiento a Ateneísta de Honor del Ateneo de Córdoba en 1990, la Medalla de Oro del Ateneo en 2002 y, tres días después de su muerte, el Premio Luis de Góngora de las Letras Andaluzas.

Núñez nace en Aguilar de la Frontera (Córdoba), el 8 de junio de 1926, en una familia acomodada. Tras estudiar en otros pueblos de la misma provincia, en 1941 va a Málaga para cursar el bachillerato superior. Debido a los fracasos escolares, deja el instituto y se matricula en la Academia General; vuelve luego a Lucena y se muda a Madrid dos años más tarde, donde se diploma en 1947. En Granada, se matricula en la facultad de Derecho, como desea su padre; los amigos que estudian Letras y Filosofía lo inducen a componer sus primeros versos y la literatura lo distrae del Derecho, hasta abandonar los estudios cuando le faltan pocos exámenes para terminar. Se incorpora entonces en las Milicias Universitarias de Ronda (Málaga), donde comparte con el amigo Pedro Pérez-Clotet la afición por Rilke, y conoce a Antonio Gala y a Carlos Barral. En 1952, el padre de Núñez cierra su empresa y se traslada a Málaga, mientras que el poeta prefiere seguir estudiando en Sevilla, de nuevo sin terminar la carrera; vuelve entonces a vivir con sus padres y se acerca a la revista Caracola. Dos años más tarde, por medio de José Antonio Muñoz Rojas, Alfonso Canales y Bernabé Fernández-Canivell, publica su primer libro, Elegía a un amigo muerto, al que siguen Tres poemas en 1955 y Los días terrestres en 1957; mientras tanto, Núñez colabora con las revistas Cántico, Ínsula y, por supuesto, Caracola, participando en la vida literaria de Málaga.

En 1958, la muerte de la madre marca su personalidad: ya desilusionado por la poesía que le roba la vida y por la peculiaridad de su estilo que lo aleja de las tendencias estéticas de la época, sufre un trauma que concurre al abandono de la escritura. El verano del año siguiente se va a Madrid, donde suele comer en casa de la cordobesa Concha Lagos, con quien comparte la experiencia de Ágora, y vuelve a encontrar a Antonio Gala, con quien acude a las conocidas tertulias de la capital. El padre de Nuñez reacciona a la muerte de su mujer volviendo a Aguilar; su hijo le alcanza en Navidades, tras darse cuenta de que la metrópolis poco se acomoda a su estilo de vida. Aguilar es un refugio ideal, lejos del grande público que no logra entenderle: en su pueblo, se queda al margen de la vida literaria y abandona la escritura, para recuperar sus orígenes y recobrar el estado inicial anterior al acercamiento a la poesía.

En 1980, Poemas ancestrales marca la vuelta a la escritura, y al año siguiente Ocaso en Poley anuncia el éxito, confirmado por Cinco epístolas a los Ipagrenses en 1984 y por Teselas para un mosaico en 1985. En 1989, salen Sonetos como pueblos, Himnos a los árboles y la recopilación de artículos El suicidio de las literaturas, a los que sigue La gorriata en 1990. Finalmente, en los noventa Núñez experimenta una nueva forma expresiva: el sofisma que aparentemente logra vencer la antitesis entre vida y poesía, y libera al poeta de la esclavitud del verso gracias a su origen oral y, por ende, real. Publicados al principio en las páginas del Diario de Córdoba, los aforismos se recogen luego en los volúmenes Sofisma (1994), Entimema (1997), Sorites (2000) y Nuevos sofismas (2001). Núñez muere en su querido Aguilar, el 22 de junio de 2002; cinco años después sale la obra póstuma Rojo y sepia (2007), que reúne poemas inéditos escritos entre 1985 y 1987.

Para Núñez, el verso es la materialización de lo que percibe a su alrededor, de lo que observa, escucha, roza, huele, recuerda o siente: la trágica experiencia de Elegía a un amigo muerto; los recuerdos de la infancia de Los días terrestres; los pueblos y las ciudades, escenarios de la soledad del poeta en Sonetos como pueblos; la indisoluble unión de amor, muerte, mentira y poesía que define y caracteriza su conflicto interior en Ocaso en Poley; las muchas facetas del amor, sentimiento sin el que el hombre no podría vivir, en Teselas para un mosaico; las disertaciones metafísicas y las preguntas sobre la existencia de Epístolas a los ipagrenses e Himnos a los árboles. Sin embargo, el autor define la escritura como algo falso, un reflejo engañoso que pretende identificarse con el objeto real: la mentira de la poesía amenaza la vida, lo mismo que la inminencia de la muerte, consecuencia natural de la existencia humana, que el escritor considera como la oportunidad para fundirse armónicamente con la naturaleza. El amor está indisolublemente relacionado con el final de la existencia, puesto que el abandono conlleva una condición parecida a la muerte, y que la unión con la persona deseada se puede cumplir o convertir en eterna en el más allá. A menudo, morir significa volver a vivir, hasta llegar a una total identificación de las dos dimensiones que se confunden una con otra y ambas, a su vez, con el amor: vida, muerte y amor se mezclan en una relación circular de causa y efecto. Sobre ellos, otro elemento ejerce su influencia: la poesía, que es la causa de la muerte del hombre, es a la vez el único consuelo a la soledad y la única posibilidad de eternidad tras la vida terrenal. Poesía, amor, vida y muerte se funden en una densa red de relaciones, acompañadas por el paso del tiempo que origina los recuerdos, pero la memoria es selectiva y devuelve tan sólo unos momentos que aparecen al azar. Por lo tanto, el inexorable fluir temporal tiene una doble connotación: la esperanza del retorno del pasado en el recuerdo y la impotencia humana frente al acercarse de la muerte, que aun así encuentra su conclusión feliz en el paso a otra dimensión vital. Los temas se repiten, pero el efecto nunca es el mismo: la variedad métrica, los distintos niveles de simbolismo y las múltiples posibilidades interpretativas confieren originalidad y significados inesperados a cada lectura.

En los poemarios, Núñez descubre los cuatro elementos y sus contrastes, marcando inicialmente una separación entre la vida que es amor, y la poesía que coincide con la muerte. A partir de Ocaso en Poley, las dos vertientes se unen y se confunden entre sí, dando la ilusión de una gradual superación de las antinomias, hasta Himnos a los árboles: los vegetales, representación de los ipagrenses, constituyen el enlace con los orígenes y le permiten vencer la separación entre poesía y realidad. A pesar de que para entrar en la tribu de los árboles tiene que someterse a sus leyes y encerrarse en la soledad de su pequeño pueblo natal, tras superar los contrastes entre vida y verso, el escritor logra solucionar su primer conflicto: la oposición entre la vida y la muerte. Sin embargo, la positiva visión panteísta deja paso al pesimismo cósmico en La gorriata: si amor, vida, muerte y poesía coinciden, así como el verso es una imagen engañosa, cualquier esperanza no es más que pura ilusión; nada es eterno, ni siquiera la poesía.

Como consecuencia, Núñez abandona otra vez el canto; esta vez no elige el silencio, sino una nueva modalidad expresiva que logre superar la falsedad del verso: los sofismas, que a menudo evocan los refranes y los dichos populares andaluces, y reflexionan sobre la existencia, la memoria, la verdad, el error, el pensamiento, el arte y el amor. Si por la estructura formal cabe situarlos en el género aforístico, el contenido recuerda los poemas: los temas coinciden con los de la producción lírica, y encuentran aquí su ampliación y explicación. El sofisma expresa un pensamiento autónomo que se completa en su brevedad sin renunciar a la profundidad y a la elegancia del verso, en una dimensión alternativa donde todo es posible, donde el escritor recobra la vida del hombre y el silencio del canto encuentra su voz, creando la ilusión de superación de cualquier contraste. Pese a ello, las denominaciones remiten al silogismo filosófico– Sofismas, Entimema y Sorites– y sugieren que el razonamiento retórico puede llegar a comprobar dos tesis opuestas o a convencer de la veracidad de una mentira: el engaño es algo propio de toda práctica literaria, artística o vital, y la palabra no designa, no describe, no dice.

Aunque el lenguaje es siempre falso y el escritor sólo puede proferir mentiras, en cada uno de sus textos, poemas, ensayos o aforismos, Núñez sugiere que hay algo más: una verdad escondida en lo ‘no dicho’, que se entrevé porque, cuando miente y a la vez declara abiertamente que está engañando a sus lectores, les está entregando las claves para entender la verdad. En resumen, en sus poemas Núñez se declara víctima de “la Ramera” –la poesía– que lo seduce para luego robarle la vida y el amor; en cambio, en los últimos años, cuenta su victoria lograda mediante los sofismas, concluyendo al final que también los aforismos son expresión poética y por ende falsos. Ello no obstante, nos sugiere que sus palabras no devuelven una imagen alterada de la realidad, al revés, ponen de manifiesto la pura verdad y la paradoja consiste en que ésta se revela en el mismo hecho de recurrir metódicamente a la mentira: detrás de la oscuridad y del silencio, la poesía canta la vida, mintiendo o pasando detalles bajo silencio si es necesario, pero sin dejar de ser autobiográfica.

La confesión más explícita se encuentra en el libro póstumo Rojo y sepia, donde el poeta declara desde el principio que se trata de una obra diferente de las demás, debido a que no surge de la deformante perspectiva de la mentira que confunde los hechos: el autor quiere presentar sus recuerdos con sinceridad y ofrecer una secuencia de imágenes llenas de abrazos, de besos y de declaraciones de amor. Lamentablemente, esto sólo se puede decir en el libro póstumo: las obras publicadas en vida tienen que cumplir con el pacto del silencio que impone que el “abrazo estéril” sólo pueda ser vivido en la clandestinidad. Por lo tanto Núñez se esconde tras la máscara del poeta que sólo escribe, que no vive y que no ama, aunque sin renunciar a ello: elige hacerlo en secreto para revelarlo en el momento final, pero avisa desde el principio que detrás de las palabras hay un código formado no sólo por lo que escribe sino también por lo que omite.

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_________ (1955). Tres poemas ancestrales. Málaga: Cuadernos de Poesía.

_________ (1957). Los días terrestres. Madrid: ed. Rialp S.A., col. Adonais.

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_________ (1984). Cinco epístolas a los ipagrenses. Córdoba: Diputación Provincial.

_________ (1985). Teselas para un mosaico. Córdoba: Diputación Provincial.

_________ (1989). Sonetos como pueblos. Córdoba: col. Cuadernos de Ulía, Fernán Núñez.

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Obra completa de Vicente Núñez:

_________ (2008). Poesía y sofismas I. Poesía, ed. de Mguel Casado. Madrid: Visor.

_________ (2010). Poesía y sofismas II. Sofismas, ed. de Mguel Casado. Madrid: Visor.

Antologías poéticas de Vicente Núñez:

_________ (1987). Antología poética, ed. de Rafael Ballesteros. Málaga: col. Puerta del Mar.

_________ (1988). Poesía (1954-1986), ed. de Guillermo Carnero. Córdoba: Diputación Provincial.

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_________ (2003). Mío amor, ed. de Vicente Tortajada. Sevilla: Renacimiento.

_________ (2007). Plaza Octogonal. Poesía reunida (1951-2002), ed. de Miguel Casado. Málaga: Ciudad del Paraíso.

_________ (2007). Antologia poetica, ed. y trad. de Marina Bianchi. Bari: Levante Editori.

_________ (2009). Sofisma, ed. y trad. de Marina Bianchi. Rende (Cs): Nuova Arintha.

Libros de ensayos de Vicente Núñez:

_________ (2003). El suicidio de las literaturas (ensayo y crítica literaria, 1952-1999), ed. de Francisco Javier Torres. Benalmádena (Málaga): Ediciones de Aquí, 2003.

Libros sobre Vicente Núñez:

Bianchi, Marina (2011). Vicente Núnez: parole come armi. Barcellona P. G. (ME): Edizioni Smasher.

Casado, Miguel (2004). El vehemente, el ermitaño. Benalmádena (Málaga): Ediciones de Aquí.

Fernández Prieto, Celia (ed.) (2009). Vicente Núñez. Oralista, poeta, sofista, actas del Congreso Nacional Vicente Núñez (Córdoba y Aguilar de la Frontera, 29-30 octubre 2007). Sevilla: Renacimiento - col. Iluminaciones.

Martínez Serrano, Leonor María (ed.) (2012). Vicente Núñez, patrimonio vivo de Aguilar de la Frontera, textos de las I Jornadas científico-didácticas sobre la vida y obra de Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, 27-28 abril 2011). Montilla (Córdoba): Fundación Vicente Núñez - Junta de Andalucía - Centro del Profesorado Priego-Montilla.

Martínez Serrano, Leonor María (ed.) (2013). Vicente Núñez, poeta y filósofo universal, textos de las II Jornadas científico-didácticas sobre la vida y obra de Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, 24 abril 2013). Montilla (Córdoba): Fundación Vicente Núñez - Junta de Andalucía - Centro del Profesorado Priego-Montilla.

Martínez Serrano, Leonor María (ed.) (2014). Vicente Núñez, crítico de arte y literatura, textos de las III Jornadas científico-didácticas sobre la vida y obra de Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, 24 abril 2014). Montilla (Córdoba): Fundación Vicente Núñez - Junta de Andalucía - Centro del Profesorado Priego-Montilla.

Números-homenaje a Vicente Núñez de revistas literarias 

AA. VV. (primavera 1995). Bazar. Málaga: Diputación - Área de Cultura y Educación, n. 2.

AA. VV. (2003). Ánfora Nova Dossier Vicente Núñez. Rute (Córdoba): CajaSur, n. 55-56.

AA. VV. (2004). Renacimiento. Sevilla: Junta de Andalucía - Conserjería de Cultura, n. 43-44. AA. VV. (2006). Carmina. Alcalá de Guadaíra (Sevilla): Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera y Conserjería de Cultura de la Junta de Andalucía, n. 2, 2006.

Información adicional

  • Universidad Studi di Bergamo
  • Investigador Marina Bianchi
  • Publicación Viernes, 15 Abril 2016

A lo largo de quince años de trayectoria literaria, Víctor Botas (Oviedo, 1945-1994) consolidó una obra personal que gira en torno a dos ejes: la desenfadada revisitación de la historia antigua y la recreación (a veces irónica, otras veces elegiaca) del microcosmos doméstico. Su acceso tardío a la edición, en 1979, impidió que su nombre se asimilara a la nueva ola sesentayochista, al tiempo que lo conectó con otros autores que ya no esgrimían la voluntad rupturista como estandarte colectivo. Su presencia en la antología Las voces y los ecos (1980), editada por José Luis García Martín ―quien, con el tiempo, sería amigo, valedor y casi “demiurgo” de Botas―, contribuyó a enmarcarlo dentro de la “contrarreforma” estética a la que se acogían la mayoría de los seleccionados en aquella publicación. Sin embargo, la escritura botesca exhibe unos rasgos específicos que, por un lado, actualizan algunas claves de la poética generacional y, por otro, anticipan el “clasicismo posmoderno” al que más tarde se adscribirían Aurora Luque o Juan Antonio González Iglesias. Si su pasión por la cultura grecolatina tiende a reconstruir desde el presente la imagen de un pasado animado, su vertiente cotidiana registra la epopeya de un sujeto antiheroico que no teme incurrir en el chiste ocasional ni caer en el prosaísmo: “No le toques ya más, / que así es la prosa”, escribió en una variación paródica sobre Juan Ramón Jiménez titulada “El poema” (Historia antigua). De esta forma, la cosmovisión del autor oscila entre la proyección nostálgica de un romano expatriado ―“si creyera en esas pamplinas de la transmigración de las almas, diría que en una vida anterior fui un romano”, confesó en una conversación con Javier Almuzara― y la desenvoltura coloquial de una suerte de Woody Allen obsesivo y enamoradizo que vive con la muerte en los talones. La peculiar fusión de estas dos modalidades refleja en el plano literario la paradoja de quien compatibilizó laboralmente, con irregular fortuna, el Derecho romano y las inversiones bursátiles.

            La producción de Botas se inicia con Las cosas que me acechan (1979) y Prosopon (1980), donde se dan cita los laberintos borgianos, las máscaras subjetivas y una cadencia simbolista que se irá atemperando en títulos posteriores. Mientras que su ópera prima prefigura un tema recurrente, como la preocupación por la perduración de la palabra poética, en Prosopon asistimos a la irrupción de los vestigios grecolatinos mediante écfrasis artísticas, meditaciones físicas sobre la circularidad de la historia y ruinas metafísicas “que el tiempo deja / (acaso nada más) para inquietarnos”, según se lee en “Pintura pompeyana”. Sus siguientes entregas, las versiones y diversiones de Segunda mano (1982) y Aguas mayores y menores (1984), reivindican el tono menor y el placer del pastiche, pues responden al impulso de los ejercicios auspiciados por la ovetense tertulia Óliver, de la que el poeta fue asiduo colaborador. Segunda mano se concibe como una galería de traducciones libres de clásicos y contemporáneos, lo que no es óbice para que Botas considerara esta pieza como parte de su propia obra: “Esto es ―así lo espero― un libro vivo y, sobre todo, un libro mío: solo habla de mí”, se afirma en la nota editorial. Por su parte, Aguas mayores y menores, donde convergen la irreverencia política y el chiste sexual, puede interpretarse como un homenaje a la tradición epigramática y a algunos de sus más conspicuos cultivadores. Después de estas pruebas de imprenta, Historia antigua (1987) y Retórica (1992) no solo revelan la versatilidad del escritor en diversos moldes estróficos, sino que despliegan un inventario de revisiones mitológicas, viñetas sociales, estampas impresionistas, sátiras costumbristas y reflexiones metadiscursivas que proclaman la pervivencia del exegi monumentum horaciano. En Historia antigua, del que el autor ya había ofrecido un adelanto en el cuadernillo Arcana Imperii (1984), cristaliza el singular “culturalismo confesional” de un personaje a cuya biografía accedemos a través de semblanzas desmitificadoras (“Teseo”, “Padre Apolo”), correlatos históricos (“Veterano de Actium”, “En el foro romano”) y metáforas artísticas (“Venus”, “Alegoría de la primavera”). Algo similar cabría decir de Retórica, rotulado así para conjurar el miedo al agotamiento estético, en el que se acentúan la veta irónica y el diálogo con la tradición: “Persistentes / metáforas eternas / con que urdir, / siglo a siglo, un poema ―el único / poema― que un puñado de fatuos va tramando”. El yo que calzaba coturno y campaba a sus anchas por el foro romano, la Capilla Sixtina o el Palatino se atrinchera tras la conversación con los libros y la melancolía otoñal en Las rosas de Babilonia (1994), el libro póstumo e inacabado del autor. En 2014 vio la luz Carta a un amigo y otros poemas previos, que recoge composiciones tempranas redactadas entre 1976 y 1978.

            Tras su repentino fallecimiento, la poesía de Víctor Botas se ha recopilado en tres ocasiones:Poesía (1979-1992) (1994), Poesía completa (Llibros del Pexe, 1999) y Poesía completa (La Isla de Siltolá, 2012). Asimismo, la antología temática Historias con historia (2009) reunió una significativa selección de sus poemas. Por otra parte, al escritor se le han dedicado la monografía La poesía de Víctor Botas (2004), de Luis Bagué Quílez, y tres volúmenes conmemorativos: La obra literaria de Víctor Botas (1995), editado por José Luna Borge, en el que se incorpora Versiones libertinas, un apartado de traducciones inéditas de Marcial; Víctor Botas y la poesía de su generación (2006), editado por Leopoldo Sánchez Torre; y Mañana es hoy. Víctor Botas, veinte años después (2014), editado por Javier García Rodríguez.

            Finalmente, aunque su repercusión haya sido menor que la de su obra en verso, el autor desarrolló una continuada labor narrativa a la que se desplazan las inquietudes habituales en sus estrofas. Ejemplos de ello son las novelas Mis turbaciones (1983), donde se confunden apuntes biográficos, eróticos y metaficcionales; Rosa rosæ (1992, reeditada en 2015), una recreación picaresca de la Roma clásica que incide en las semejanzas entre la historia romana y la historia actual, y Yanira (1996), una narración breve perteneciente al género detectivesco y ambientada de nuevo en el mundo latino. En este contexto destaca también la colección de relatos El humo del Vesubio (1997), que recicla referentes que van desde los cuentos de fantasmas de Henry James hasta La muerte en Venecia, de Thomas Mann.

            En suma, la rotunda voz de Víctor Botas sigue sonando con nitidez veinticinco años después de su muerte. Prueba de esta vitalidad es “Asturcón”, una de sus pocas poéticas explícitas, en la que Botas resucitó al cojitranco caballo astur del que había hablado Marcial para defender un programa sustentado en “una emoción inquieta” y “unas gotas / de sonriente coña beatífica”, dos ingredientes que no deberían faltar en las recetas líricas del siglo xxi.

 

1. Bibliografía del autor

Poesía

Libros de poemas

Botas, Víctor (1979). Las cosas que me acechan. Avilés: Jugar con Fuego.

_____ (1980). Prosopon. Carboneras de Guadazaón (Cuenca): El Toro de Barro.

_____ (1982). Segunda mano. Gijón: Noega.

_____ (1985). Aguas mayores y menores. Oviedo: Cuadernos Óliver.

_____ (1987). Historia antigua. Pamplona: Pamiela.

_____ (1992). Retórica. Gijón: Ateneo Obrero.

_____ (1994). Las rosas de Babilonia. Sevilla: Renacimiento.

_____ (2014). Carta a un amigo y otros poemas previos. Gijón: Impronta. Edición de José Luis García Martín.

Cuadernos

Botas, Víctor (1980). Homenaje. Oviedo: El Telar de Penélope.

_____ (1984). Arcana Imperii. Avilés: Cuadernos de Cristal, 1984.

Antologías

Botas, Víctor (2009). Historias con historia. Oviedo: Trabe. Edición de Luis Bagué Quílez.

Poesías completas

Botas, Víctor (1994). Poesía (1979-1992). Gijón: Llibros del Pexe.

Botas, Víctor (1999). Poesía completa. Gijón: Llibros del Pexe. Edición de José Luis García Martín.

Botas, Víctor (2012). Poesía completa. Sevilla: La Isla de Siltolá. Edición de José Luis García Martín

Traducciones

Botas, Víctor ([1981] 1995). Versiones libertinas [traducciones de Marcial]. La obra literaria de Víctor Botas. José Luna Borge (ed.). Gijón: Llibros del Pexe. 131-154.

 

Obra narrativa

 

Botas, Víctor (1983). Mis turbaciones [novela]. Barcelona: Laertes.

_____ (1992). Rosa rosæ [novela]. Zaragoza: Crítica 2(mil). [Reedición en Sevilla: Renacimiento, 2015, con prólogo de Juan Bonilla y epílogo de Carmen Morán].

_____ (1996). Yanira [novela]. Gijón: Llibros del Pexe.

_____ (1997). El humo del Vesubio [relatos]. Oviedo: Nobel.

 

Otros géneros

 

Botas, Víctor (2004). “Diario inédito (1981-1987)”. Clarín. Revista de Nueva Literatura, 53. 48-55.

 

2. Bibliografía sobre el autor [selección]

Arenas Cruz, María Elena (2003). “Culturalismo y poesía: la mirada de Víctor Botas”. Artifara. Revista de Lenguas y Literaturas Ibéricas y Latinoamericanas, 3. <http://www.cisi.unito.it/artifara/rivista3/testi/botas.asp>.

Bagué Quílez, Luis (2003). “La sátira social, mitológica y literaria en la poesía de Víctor Botas”. Clarín. Revista de Nueva Literatura, 44. 10-17.

_____ (2004). La poesía de Víctor Botas. Una relectura de los clásicos grecolatinos. Gijón: Llibros del Pexe.

_____ (2009). “Babilonia sin rosas: Víctor Botas y la poesía española del siglo xxi”. Poetas asturianos para el siglo xxi. Carlos X. Ardavín Travanco (ed.). Gijón: Trea. 33-51.

Bartolomé Gómez, Jesús (2017). “El Horacio lírico de Víctor Botas”. Pasavento. Revista de Estudios Hispánicos, 5 (2). 291-316.

Cortés Tovar, Rosario (1998). “El epigrama latino en la poesía de Víctor Botas”. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 14. 269-283.

García Martín, José Luis (1992). “La poesía de Víctor Botas”, en La poesía figurativa. Crónica parcial de quince años de poesía española. Sevilla: Renacimiento. 44-50.

García Rodríguez, Javier (ed.). (2016). Mañana es hoy. Víctor Botas, veinte años después. Oviedo: Universidad de Oviedo. [Incluye colaboraciones de Javier García Rodríguez, Luis Bagué Quílez, Pedro Conde Parrado, José Luis García Martín, Carmen Morán Rodríguez, Pablo Núñez Díaz y Rodrigo Olay Valdés].

Guerrero Contreras, Carmen (2001). “El mito de Ariadna y Teseo en tres poetas españoles contemporáneos: Ángel Petisme, Víctor Botas y David Pujante”. Anuario de Estudios Filológicos, 24. 223-241.

Havel, José (2006). Víctor Botas con el lenguaje de la melancolía. Gijón: Llibros del Pexe.

López-Vega, Martín (1995). Tertulia Oliver. Una aproximación bibliográfica. Gijón: Llibros del Pexe.

Luna Borge, José (ed.) (1995a). La obra literaria de Víctor Botas. Gijón: Llibros del Pexe, 1995. [Incluye colaboraciones de Martín López-Vega, José Luis Morante, Enrique Molina Campos, Miguel d’Ors, Leopoldo Sánchez Torre, José Gutiérrez, José Luna Borge, Rafael García, Florencio Martínez Ruiz, Lorenzo Oliván, Juan Bonilla, Felipe Benítez Reyes, Víctor García de la Concha, Ricardo Vázquez Prada, J. I. Gracia Noriega, Javier Almuzara y Luis Mario Arce].

_____ (1995b). “Víctor Botas, un clásico divertido”. Cuadernos Hispanoamericanos, 541-542. 272-277.

_____ (1999). “Detestada, sobada, imprescindible ‘retórica’”, en Bazar de lecturas. Sevilla: Renacimiento. 63-66.

Martínez Álvarez, Josefina (1998). Notas a la poesía de Víctor Botas. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos.

Morales, Carlos Javier (1999). “La poesía de Víctor Botas: una lectura posmoderna de los clásicos”. Cuadernos Hispanoamericanos, 594. 150-153.

Munárriz, Miguel (1988). “Apuntes sobre la poesía de Víctor Botas”. Ínsula, 494. 19.

Ors, Miguel d’ (1994). “Víctor Botas (Apunte para unas memorias)”. Los Cuadernos del Sornabique, 1-2. 5-11.

Sáenz Herrero, Jorge (2007). “La poesía ‘pisada’ de Segunda mano: Víctor Botas y sus traducciones de Horacio, Catulo y Marcial”. Interlingüística, 17. 934-943.

Sánchez Torre, Leopoldo (1999). “El pacto con Botas”. Clarín. Revista de Nueva Literatura, 24. 18-23.

_____ (ed.) (2006). Víctor Botas y la poesía de su generación. Nuevas miradas críticas. Oviedo / Gijón: Universidad de Oviedo / Llibros del Pexe. [Incluye colaboraciones de Miguel Alarcos Martínez, Luis Bagué Quílez, Begoña Camblor Pandiella, Marta B. Ferrari, José Luis García Martín, Araceli Iravedra Valea, Antonio Jiménez Millán, Juan José Lanz Rivera, Claude Le Bigot, José Luna Borge, Josefina Martínez Álvarez, José Enrique Martínez Fernández, José Luis Morante, Lorenzo Oliván, Miguel d’Ors, Ángel L. Prieto de Paula, Álvaro Ruiz de la Peña, Leopoldo Sánchez Torre y Elena Sarrión Fernández-Diestro].

Vara Ferrero, Natalia (2011). “Lecturas irónicas de la tradición clásica: el caso de Víctor Botas”. Versos robados. Tradición clásica e intertextualidad en la lírica posmoderna peninsular. Almudena del Olmo Iturriarte y Francisco Díaz de Castro (eds.). Sevilla: Renacimiento. 207-227.

Información adicional

  • Universidad Murcia
  • Investigador Luis Bagué Quílez
  • Publicación Lunes, 24 Junio 2019

  • +34 971 173 314 
  • Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

El Grupo

Poéticas de la Transición (1973-1982)

En su fase actual, el grupo POESCO se encuentra trabajando en el estudio histórico y filológico de la poesía española publicada a lo largo del período histórico de la Transición a la democracia, un período tan breve como intenso de nuestras letras, en el que tiene lugar uno de los momentos más fecundos de la poesía española reciente por lo que toca a la convivencia de diversas tendencias poéticas, pero también porque coexisten en el panorama literario cuatro generaciones distintas.

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